Respetar – Tener respeto

¿Te has preguntado en alguna ocasión qué significa exactamente “respetar/tener respeto”? Tanto si ha sido así, como si no, te invito a seguir leyendo.

La palabra respetar tiene varias acepciones, pero en esta publicación me referiré a las dos siguientes:

  1. Tener respeto a alguien o algo.
  2. Abstenerse de destruir, dañar a alguien o algo.

Asimismo, parece necesario saber también cómo se define la palabra respeto, que, entre otras acepciones, tiene las siguientes:

  1. Acción de considerar algo como algo que uno debe tener en cuenta.
  2. Consideración de la excelencia de alguna persona o algo que nos lleva a no faltarle.
  3. Consideración de la superioridad de fuerza de algo que nos lleva a no afrontarlo, a no exponernos en su acción.
  4. Sentimiento de consideración, de cariño, hacia alguien por razón de sus méritos, de la edad, del rango, etc.

Una vez expuestas estas definiciones, podemos empezar a hablar de una forma más amplia sobre el respeto.

Alguien podría pensar que no es necesario recordar qué es el respeto porque todo el mundo lo sabe. Quizá tenga razón, o quizás no. En muchas ocasiones no se puede dar por sentado todo lo que nos puede parecer lógico.

El respeto, en el sentido más amplio posible de la palabra, debería formar parte, de forma inseparable, de nuestra forma de ser y de actuar, es decir, que debería ser la base, una base firme, de nuestra conducta. Tanto es así, que el respeto es fundamental para una justa y pacífica convivencia entre todas las personas que formamos la sociedad. Porque la falta de respeto es la base de muchos conflictos. Se empieza perdiendo el respeto y se termina en peleas, conflictos (personales, familiares…) o, incluso, en guerras. Por eso es tan importante.

Respetar se podría decir que consiste en observar a las demás personas desde un prisma especial. No es suficiente con tolerar a las demás personas, es decir, con aceptar que existan, sino que hay que ir más allá.

Respetar las demás personas significa reconocer que también tienen derechos y valorar lo que nos diferencia. Es decir, que es necesario respetar las otras culturas, las otras formas de pensar, las otras creencias. Y todo esto, llevado a cabo por todas las personas integrantes de la sociedad, nos permite convivir en armonía.

La teoría, la mayor parte de las personas la conocemos, pero, desgraciadamente, algunas personas, sea de forma consciente o inconsciente, no la ponen en práctica.

Aunque a veces pueda parecer extraño, quizás porque estamos malacostumbrados, lo cierto es que se puede dialogar sin ofender, se puede debatir sin gritar, se pueden contraponer posturas sin insultar. Todo esto es posible; es más, debería ser habitual.

El respeto, en general, no solo debe tenerse hacia las personas desconocidas, sino también con las que tenemos cerca, una cuestión de la que a menudo podemos olvidarnos, dado que la confianza puede hacer perder el respeto. Deberíamos empezar a respetar a las personas que forman parte de nuestra familia, las amistades, las personas que forman el vecindario, las compañeras de estudios, las compañeras de trabajo… Estas personas son con las que pasamos más tiempo al cabo del día, y quizás son con las que perdemos más a menudo los modales, a las que nos enfrentamos o gritamos más pronto…

Pero el respeto no acaba ahí. Existe una persona a la que deberíamos respetar por encima de todo y de todos, una persona fundamental en nuestra existencia, en nuestro día a día, con la que más horas del día, con diferencia, pasamos. Se trata, nada menos, que de nosotros mismos. Porque el respeto a uno mismo es la base que nos ayudará a tener respeto a las demás personas. A menudo, una falta de respeto por la misma persona puede generar falta de respeto hacia las demás personas. Quizás quien no se respeta a sí mismo no puede respetar a nadie más. Si el respeto es básico en la convivencia con otras personas, más lo es con la persona con la que más tiempo compartimos.

Hasta el momento, me he centrado en el respeto hacia otras personas, pero no son los únicos seres que deberíamos respetar. Deberíamos hacer lo mismo con los animales, porque son seres vivos, que sienten y sufren; aunque puedan hacerlo de forma diferente. Y lo mismo o similar podría decirse de las plantas, que también son seres vivos.

Yendo más allá, también deberíamos respetar las “cosas”, porque, como rezaba la definición del principio, respetar también es abstenerse de destruir, de dañar, algo. Esto estaría relacionado con la naturaleza, con el medio ambiente y con todo lo que forma parte del planeta Tierra y hace posible la vida en él.

El objetivo final sería conseguir que todas las personas del mundo fueran íntegras, coherentes y respetuosas. Deberíamos avanzar para alcanzar el mayor respeto posible, en todas las dimensiones. Pero, para hacerlo posible, todo el mundo debe poner de su parte, su granito de arena, como suele decirse. Solo así, parece que será posible.

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Neil Richard Gaiman (nacido en 1960), escritor británico.

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