Negación

Si la negación es el acto de negar, ¿qué significa la palabra negar? Pues tiene tres principales acepciones, que son las siguientes:

1. Decir que algo no existe, no es verdad o no es como alguien cree o afirma.

2. Decir que no a lo que alguien pide o pretende.

3. No reconocer el parentesco, la amistad o la relación con otro. En este caso, el ejemplo clásico sería que san Pedro negó a Jesús tres veces.

En esta publicación me referiré a la primera acepción, según la cual que una persona sea negacionista significa que dice que algo no existe, no es verdad o no es como alguien cree o afirma.

Ser negacionista

El hecho de que una persona pueda considerarse negacionista a menudo significa que es contraria a la versión que podríamos definir como mayoritaria u “oficial”, si eso significa algo. Precisamente, este asunto de la oficialidad es lo que hace que a menudo las personas negacionistas también sean tildadas de conspiranoicas, porque se atreven a poner en entredicho la versión oficial, no se la creen y piensan que existe una explicación alternativa, la verdadera, que las autoridades nos esconden; como si se tratara de una conspiración, quizá dirigida por las élites que manejan el mundo desde las sombras, de forma oculta.

La palabra negacionista se puso de moda a raíz de la pandemia de la Covid-19, para referirse a aquellas personas que no estaban de acuerdo con algunas cuestiones que explicaban las autoridades. Por ejemplo, podían no estar de acuerdo con el origen que las autoridades comunicaban. También se tildaron de negacionistas aquellas personas que no querían someterse a la vacunación contra la Covid-19.

Debe tenerse en cuenta que la negación de una tesis puede ser total o parcial, dependiendo de si se está en contra de la totalidad o solo de una parte de las explicaciones oficiales.

Aunque a menudo pueda parecerlo, que la mayoría de personas piensen de la misma manera o compartan una misma visión de un hecho concreto, no significa, al cien por cien, que estén en posesión de la verdad; aunque en muchos casos la mayoría tenga la razón.

Tanto quien niega una cuestión como quien la afirma piensan que están en posesión de la verdad; pero, en realidad, ¿quién tiene la razón? ¿Y el hecho de tener la razón siempre es sinónimo de estar en posesión de la verdad, de la verdad absoluta? Supongo que depende de cada caso distinto, porque cada uno tendrá sus peculiaridades. Y como actos diferentes, cada uno deberá tomarse en consideración de forma individual.

El negacionismo en la historia

El hecho de ser negacionista, de por sí, me parece que no se puede considerar ni bueno ni malo, ni positivo ni negativo; sobre todo teniendo en cuenta que negacionistas ha habido siempre.

A lo largo de la historia, se pueden encontrar numerosos casos de personas que han llevado la contraria, de forma más o menos feroz, a alguna tesis oficial, y la historia, tarde o temprano, se ha encargado de darles la razón. En algunos casos, desgraciadamente, estas personas no han vivido lo suficiente para ver cómo se les concedía esta razón, de forma póstuma, seguramente gracias a avances científicos o tecnológicos.

El ejemplo más flagrante sería el protagonizado por Nicolás Copérnico y Galileo Galilei, que se empeñaron en contradecir la versión oficial del momento, que afirmaba que el Sol giraba alrededor de la Tierra.

Copérnico, después de casi veinticinco años de trabajo, el 1543, poco antes de morir, publicó la obra “De revolutionibus orbium coelestium” (“Sobre las revoluciones de los orbes celestes”), donde exponía el modelo heliocentrista, uno de los eventos más importantes de la historia de la ciencia, que desató la revolución copernicana. El hecho de morir poco después hizo que no le juzgaran.

Un caso muy distinto fue el que le sucedió a Galileo Galilei, quien abrazó la teoría heliocéntrica de Copérnico y en 1632 publicó la obra (Dialogo sopra y due massimi sistemi del mondo, tolemaico e copernicano) en forma de diálogo entre tres personajes: Salviati, quien representa las opiniones de Galileo y defiende la teoría de Copérnico; Segredo, quien hace las preguntas y se deja convencer por Salviati, y Simplicio, quien defiende la teoría geocéntrica de la tierra como centro del universo. El Santo Padre Urbano VIII aprobó la acción del Santo Oficio, que condenó a Galileo, quien se vio obligado a retractarse de su versión durante el juicio.

Sobre todo el caso de Galileo nos indica que en ocasiones puede resultar peligroso llevar la contraria a la versión oficial.

Tanto Copérnico como Galileo, no pudieron ser testigos de los hechos cuando la ciencia finalmente les dio la razón.

Pero el hecho de que un asunto haya sido plenamente confirmado por la ciencia, no implica forzosamente que todas las personas del mundo acepten esa versión. Por ejemplo, aunque no será un grupo muy numeroso, parece que hoy en día sigue habiendo personas que defienden que la Tierra es plana, y no redonda, como afirma la ciencia. A esta teoría se pueden agarrar estas personas porque se trata de una cuestión que no resulta posible observar a simple vista, es decir, que no se puede comprobar sin ayuda de la ciencia.

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Jostein Gaarder (nacido en 1952), escritor noruego.

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