Los puentes de Madison County

Esta obra romántica (el título original en inglés es “The Bridges of Madison County”) es muy conocida, sobre todo por su versión cinematográfica, protagonizada por Meryl Streep y Clint Eastwood.

El autor

El estadounidense Robert James Waller nació en Charles City (Iowa) el 1 de agosto de 1939 y murió en Fredericksburg (Texas) el 10 de marzo de 2017. Fue profesor universitario de economía y negocios, así como fotógrafo y músico.

La obra

Se trata de una novela romántica que fue publicada en 1992.

A principios de la década de 1990, el autor realizó un viaje en el que fotografió los puentes cubiertos del condado de Madison (Iowa). Al parecer, este hecho, unido a una canción que él mismo había escrito unos años antes, que trataba sobre el sueño de una mujer llamada Francesca, le dieron la idea de la novela. La escribió en once días y la regaló a familiares y a algunas amistades, uno de los cuales vio el potencial de la obra y le pidió permiso para enviarla a algunos agentes literarios. La respuesta no tardó y pronto se convirtió en un best-seller. Cuando se estrenó la película, ya había vendido 9 millones de ejemplares.

Argumento

Cuenta la historia de Francesca Johnson, una mujer casada que vive en una granja del condado de Madison (Iowa) en la década de 1960. Un buen día, mientras su esposo y sus hijos han ido a la Feria Estatal de Illinois, conoce a Robert Kincaid, un fotógrafo que visita el condado de Madison para realizar un reportaje fotográfico sobre los puentes cubiertos de la zona.

La hasta entonces tranquila, incluso aburrida, vida de Francesca, se ve sacudida. Enseguida se enamoran. Cuatro días de pasión. Un corto pero intenso romance que tiene fecha de caducidad. Él debe irse y ella duda sobre qué debe hacer.

Adaptación al cine

Fue adaptada al cine en 1995, con Meryl Streep y Clint Eastwood como protagonistas y el propio Clint Eastwood como director. Pero la idea original no era esa. Steven Spielberg había comprado los derechos de la novela y quería dirigir él mismo la cinta, pero cuando descartó esa opción la ofreció a otros directores. Finalmente, fue Clint Eastwood, que ya había sido elegido como protagonista.

Respecto a la protagonista femenina, Meryl Streep no fue la primera opción. Algunas conocidas actrices quisieron desempeñar el papel, hasta que la madre de Clint Eastwood, Ruth Wood, le sugirió que la interpretara Meryl Streep.

Escena favorita

Atención: Si todavía no has leído el libro ni has visto la película, quizá deberías saltar al siguiente punto, dado que a continuación revelaré una parte de la trama (lo que suele llamarse hacer espóiler).

Mi escena preferida de la película es, sin duda alguna, la que podríamos llamar “escena del semáforo”, que tiene lugar hacia el final de la película. El esposo y los hijos de Francesca ya han vuelto a casa, Robert ya se ha ido, y Francesca va al pueblo a comprar con su marido. En un momento dado, coinciden en un semáforo, Robert con su camioneta delante, como primer vehículo de la fila, y detrás ella con su marido.

Durante unos segundos, que se hacen casi eternos, ella duda sobre qué debería hacer, si saltar del vehículo y correr hacia la camioneta de él, dejarlo todo atrás (esposo, hijos, casa…) y llevar una vida llena de amor; o, por el contrario, debe permanecer en el vehículo y conformarse con la vida monótona y tranquila que ha llevado hasta el momento.

Mientras el semáforo está en rojo, se lo va pensando. Y tiene tiempo gracias a que el semáforo tarda un rato en cambiar de rojo a verde. Para ser exactos, he cronometrado en la película el tiempo que transcurre. Desde que la furgoneta de Robert se detiene en el semáforo en rojo, hasta que este se pone en verde, transcurren un minuto y trece segundos.

Desgraciadamente, la mente de Francesca no le acaba de dar la señal necesaria para abrir la puerta del vehículo, el semáforo (por fin) cambia de rojo a verde… Pero no, todavía no está todo perdido, porque la camioneta todavía no ha arrancado. Todavía está a tiempo de saltar del vehículo y correr rauda hacia su verdadero amor. Robert no arranca la furgoneta enseguida. Es en ese momento, ya con el semáforo en verde, que la escena se vuelve, si es posible, aún más dramática. Francesca coge la manilla de la puerta, la mueve mínimamente, como si quisiera abrir, pero sin saber si abrir o no. La mueve solo un poco, apretándola con fuerza, esperando que su cerebro, de un momento a otro, dé por fin la señal necesaria a la mano derecha para que la abra de una vez. Pero el cerebro duda de qué orden debe dar. Supongo que por su mente debió pasar toda su vida, a cámara rápida, como suele decirse que te pasa cuando te encuentras en un momento crucial en tu existencia (sobre todo en algún momento dramático).

Ella aún espera la señal…

El marido empieza a impacientarse y hace sonar el claxon…

Entonces, finalmente, Robert se ve obligado a actuar, ya no puede esperar más. Llega el desenlace de la escena. La camioneta arranca, gira hacia la izquierda, y empieza a alejarse de forma inexorable.

También he cronometrado este rato y desde que el semáforo se pone en verde hasta que la furgoneta arranca, transcurren unos larguísimos y llenos de tensión cuarenta y tres segundos.

La música, las miradas y los gestos de esta escena, todo parece ser perfecto.

Puedes notar el dolor, el deseo y el amor, a la vez.

Se trata de una escena impresionante, porque en la cara de Francesca ves reflejada, de forma perfecta, la guerra interna que en ese momento se está librando en su mente.

La mano en la manilla de la puerta del vehículo es un sublime colofón a una maravillosa historia de amor. Es el momento de la decisión o del eterno arrepentimiento.

Y lo peor es que Francesca, en ese vital momento, no puede ni llorar, no puede desahogarse, porque tiene a su lado al marido. Debe disimular. De lo contrario, habría llorado hasta quedarse sin lágrimas.

¿Habría sido egoísta por parte de ella marcharse con Robert? ¿A veces hay que pensar en uno mismo y no en los demás? Estos y otros interrogantes te quedan después de ver esa escena.

Aunque hayas visto la película varias veces, es normal que la escena de la furgoneta vuelva a atraparte. De repente, te das cuenta de que estás en tensión, esperando que, esta vez sí, Francesca abra la puerta y corra hacia Roberto, dejándolo todo atrás. Pero nunca es así. Aunque sea lo que quizás nos gustaría ver, no es así. No sé si nunca se le ha ocurrido a nadie hacer una versión en la que ella salta del vehículo y huye con Robert. Sería interesante poder saber cómo habrían continuado sus vidas, tanto la de ella con Robert, como la del marido con sus hijos.

¿El orden de los factores altera el producto?

Existe el dilema, creo que debe ser universal, de si es mejor primero leer el libro o primero ver la película. Quizás depende de cada libro o de cada película. Y me parece que no seré yo quien acabe con esa duda casi existencial, pero voy a dar mi opinión.

Si lees primero el libro, tu mente imagina a los personajes de una determinada manera. Después, cuando ves la película, puede que los personajes se parezcan o no a lo que habías imaginado. Si se parecen, no ocurre nada. Pero, si no se parecen nada, puede que la película te decepcione.

Por el contrario, si ves primero la película, tu mente ya tiene fijados a los personajes y cuando, posteriormente, lees el libro, no es necesario imaginarlos, porque ya los has visto. Entonces, no aparece un contraste entre la película y la novela.

La segunda parte

En 2002, diez años después de la publicación de Los puentes de Madison, el mismo autor publicó la segunda parte, la continuación, con el título de “Los caminos del recuerdo”. Se trata de la conclusión a la historia de amor. Ambientada en 1981, dieciséis años después de la historia de amor, en ella hay algunas sorpresas y Robert Kincaid encontrará un nuevo sentido a su vida.

Reflexión final

Algunas frases que me evoca esta historia de amor son las siguientes:

El amor puede hacer sufrir, tanto de dolor como de placer.

La vida está llena de decisiones difíciles. Algunas se pueden revertir al cabo de un tiempo, a través de una segunda oportunidad. Sin embargo, hay opciones que solo pasan una vez en la vida. Y son las más difíciles de elegir. Porque a menudo eres consciente de que no se va a dar una segunda oportunidad. Esto es lo que provoca aún más presión a la hora de decidir. Pero ¿cómo renunciar a un amor así? ¿Demuestra más valentía el hecho de haberse quedado que si se hubiera marchado?

Algunas frases significativas de la obra pueden ser las siguientes:

  1. Francesca: “Si me voy no rompería mi mundo, sino el de ellos”, refiriéndose a los hijos.
  2. Francesca: «Os dediqué mi vida a vosotros (los hijos), dejad que le dedique a él mi muerte».
  3. «No quiero necesitarte, porque no puedo tenerte».

Me gustaría mucho saber tu opinión.

¿Has leído la novela?

¿Has visto la película?

¿Qué te ha hecho sentir?

¿Te ha hecho llorar?

¿Qué habrías hecho en el lugar de Francesca? ¿Habrías bajado de la furgoneta? ¿Por qué?


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Sigue leyendo. Es una de las más maravillosas aventuras que cualquier persona puede tener”.

Lloyd Alexander (1924-2007), escritor estadounidense.

4 comentarios en «Los puentes de Madison County»

  1. La escena de la furgoneta, para mí es espectacular. También es mi escena favorita de toda la película. Es verdad que la tensión del momento te atrapa y te cautiva.

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