El título de esta publicación puede llevar a confusión o a diversas interpretaciones posibles. Si quieres, al final de la publicación puedes escribir, como comentario, qué es lo primero que has pensado al leerlo.
Aunque quizás algo enigmático, el título se refiere a las preguntas que deben quedar contestadas, en principio, en cualquier explicación, discurso o disertación que quiera ser considerada como completa. Y he utilizado la expresión “en principio”, porque se pueden tomar en consideración algunos matices que se expondrán a continuación.
En primer lugar, habría que diferenciar las explicaciones, según el grado de formalidad, en:
Informales. Son aquellas que tienen un bajo grado de formalidad, es decir, que se realizan en un ambiente más relajado o con personas de confianza. Por ejemplo, ocurre cuando explicas una anécdota vivida a un grupo de amistades.
Formales. Son aquellas que poseen un grado de formalidad elevado o incluso muy elevado. Por ejemplo, tienen lugar si eres la persona responsable del departamento de marketing de una empresa y debes realizar una disertación sobre la nueva campaña publicitaria ante las personas propietarias de la empresa.
Otra diferenciación sería la siguiente:
Oral. Cuando la explicación se realiza oralmente, sobre todo si se trata de una conversación informal, el discurso puede que no siga una estructura muy marcada.
Escrita. En el discurso escrito, sobre todo si es formal, es cuando la estructura narrativa debe ser fijada de forma más precisa. Entonces, las preguntas que hay que responder deben quedar bien contestadas, todas y cada una de ellas.
Es verdad que no es lo mismo si se trata de una explicación informal o de una formal, si es oral o escrita. Pero, aunque se tengan en cuenta estas diferencias comentadas, si se desea que la explicación sea lo más completa posible, valdría la pena intentar, en ella, contestar a la mayoría, si no pueden ser todas, las preguntas.
Pero, ¿cuáles son estas preguntas? Pues son las siguientes:
¿Qué? Debe quedar bien claro de qué trata esa explicación, es decir, cuál es el tema principal y, si existen, cuáles son los temas secundarios.
¿Quién? En el discurso debe quedar reflejado quién o quiénes son los o las protagonistas; ya sean personas, animales, vegetales, objetos…
¿Cuándo? Se debe poder discernir el momento en que los hechos explicados tienen lugar, es decir, si son hechos presentes, pasados o futuros.
¿Cómo? Se debe explicar la forma en que sucede o sucedió la acción que se comenta.
¿Dónde? Se refiere a la localización, más o menos exacta, en la que tiene o tuvo lugar la acción explicada.
¿Por qué? Se refiere al motivo o motivaciones que llevaron a la realización de la acción que se explica.
En total son 6 preguntas básicas que, si quedan contestadas en el discurso, permitirán que la persona que escucha o lee pueda comprender, con claridad, lo que queríamos contar.
Estas 6 preguntas pueden servirnos como guion que podremos seguir en caso de que tengamos que realizar una explicación, sobre todo si se trata de una disertación formal y por escrito.
Si escuchamos o leemos un discurso y observamos que en él han quedado contestadas las 6 preguntas, a poder ser de una manera clara y precisa, podremos decir, sin lugar a dudas, que ha sido un discurso completo y, seguramente, bastante comprensible. En él, la información se nos habrá mostrado bien estructurada, es decir, de la mejor forma posible.
Si en el presente o en el futuro esta publicación puede serte de utilidad, habrá valido la pena escribirla.
Puedes comentar lo que te ha parecido a continuación.
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Esta publicación podría considerarse como la continuación de la del mes pasado, titulada Alimentación, Literatura y Salud, que recomiendo leer.
El deporte, en general, sería el tercer apoyo fundamental de la salud, junto con la alimentación y la literatura. Nunca está de más citar la expresión clásica “mens sana in corpore sano”, que podría traducirse como “una mente sana (se encuentra) en un cuerpo sano”. Pues bien, la parte del cuerpo sano, además de una alimentación equilibrada, requeriría también la práctica de deporte.
Cuando se nos pasa por la mente comenzar a hacer deporte, seguro que también se nos ocurren unas cuantas “excusas”. El trabajo y los hijos suelen ser las más comunes. Algunas serán reales, otras no tanto. En primer lugar, sería necesario distinguir el grano de la paja, es decir, rechazar las que son meras elucubraciones. En segundo lugar, deberíamos analizar, con calma, las que tienen cierta base real.
De las que forman parte del segundo grupo, algunas serán fáciles de refutar, pero nos quedarán algunas que, sobre todo al principio, nos parecerán difíciles de rebatir y que cada persona necesitará un proceso más o menos pesado para estudiarlas.
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Una vez hayamos sido capaces de dejar de lado los pretextos y estemos plenamente convencidos de adentrarnos en el beneficioso mundo de la práctica deportiva, nos quedarán todavía algunos flecos por ajustar. Uno de ellos será qué nivel deportivo nos interesa. Lo normal será adoptar un modelo de deporte de recreo, es decir, no con la intención de convertirnos en profesionales, y menos de un día para otro. Pero esa cuestión es muy personal. No son extraños los casos en los que una práctica deportiva en modo aficionado con el paso del tiempo se ha ido transformando en profesional, o casi.
Se podría pensar que para ser profesional es necesario ser una persona joven, con mucho tiempo para ir progresando y mejorando las marcas. Pues no tiene por qué ser así. Si una persona se fija como objetivo alcanzar la profesionalidad en el deporte que más le gusta o que mejor se le da… pues adelante. No es necesario cerrarnos ninguna puerta desde el principio. Existen casos de personas que, por ejemplo, han empezado a correr pasados los cuarenta años y al cabo de un tiempo han sido campeones de maratón, en categoría senior. Sin embargo, lo más habitual será que nos lo tomemos como una afición y como una manera de mantener la forma física y, por tanto, gozar de buena salud.
Otro asunto, quizá el más importante que deberemos dilucidar, será elegir qué deporte realizaremos. Este será el último obstáculo a superar. Uno de los deportes más completos es, sin duda, la natación, dado que obliga a mover casi todo el cuerpo y se realiza dentro de un medio, el agua, que por sus características nos hace sentir más ágiles, menos pesados. Tal vez sea el primer deporte que recomiendan las personas expertas.
Pese a ser un deporte tan bien considerado, no es el preferido por todos. Si sois de aquellas personas a las que el agua no les acaba de agradar, solo para beberla, y preferís manteneros a cierta distancia de ella, como suelen hacer los gatos, no sufráis, existen varias alternativas. Al parecer, una de las razones que explicaría el comportamiento de estos felinos podría deberse a que sus ancestros vivían en el desierto y no tenían mucha relación con el agua.
La alternativa principal a nadar sería correr, porque se trata de un deporte también muy completo y que casi todo el mundo, más o menos, sabe realizar, es decir, que, en principio, no requiere un aprendizaje previo. Pero esta cuestión no significa que podamos arrancar a correr de repente. Bien, poder, podríamos hacerlo. Sería más correcto decir que no es recomendable, porque precisamente su sencillez puede convertirse pronto en su mayor inconveniente. Muchas personas, quizás a cierta edad, cuando los hijos ya son mayores y les pica el gusanillo del deporte, empiezan a correr sin pensar en varias cuestiones fundamentales, algunas de las cuales se comentan a continuación:
1. La forma física. Después de haber estado cuarenta años sin hacer demasiado ejercicio, no resulta aconsejable querer correr enseguida el Maratón de Barcelona, aunque sea al nivel del mar; aunque sería peor el Maratón de Ciudad de México. Empezar a correr necesita un proceso en el que de forma gradual se vaya cogiendo la forma física. En internet se pueden encontrar entrenamientos para iniciarse.
2. El terreno. Para entrenar, no es lo mismo hacerlo sobre un buen pavimento que hacerlo en un terreno de grava, irregular, con baches… Nuestro cuerpo lo notará.
3.El material. La ropa, por ejemplo, debe ser cómoda. Pero el componente más importante es el calzado. Se aconseja que sea específico y adecuado para cada persona. Como suele decir un fisioterapeuta que conozco, la cuestión más importante del calzado es, sin duda, que cuando te lo pruebes te quede como un guante; si no es así, aunque sea de muy buena calidad, no os lo compréis, porque los pies no estarán perfectamente sujetos y esto podría causar lesiones.
4. El recorrido. Esta es una cuestión más psicológica que física. Es recomendable que el recorrido o el circuito tenga forma circular. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es. La alternativa es un circuito de ida y vuelta. Y está demostrado que puede llegar a cansar más psicológicamente, dado que pasas dos veces por el mismo lugar, una a la ida y otra a la vuelta. Hay quien sostiene que es mejor ir variando el recorrido, precisamente para no cansarse de hacer siempre el mismo. Pero en este caso existe una posible solución, se trata de recorrer siempre el mismo camino, pero cronometrando lo que tardamos y, poco a poco, ir fijándonos objetivos cada vez de mayor dificultad, tanto parciales como totales. De esta forma, el posible inconveniente se puede transformar en una ventaja y nos permitirá notar mejor nuestro progreso.
Pero correr supone algunos inconvenientes que, quizá por desconocimiento, a menudo no se tienen en cuenta. Uno significativo sería el hecho de que supone una multitud de impactos que pueden perjudicar algunas partes del cuerpo, sobre todo la pelvis. De esta cuestión muchas personas no se dan cuenta si no tienen ningún problema físico, pero si lo tienen, resulta importante.
Por eso, en vez de correr, podemos caminar. Sería una opción con mucho menor impacto para el cuerpo y también muy sana. Habrá quien pueda pensar que caminar no consume calorías, o que no ayuda a mantenerse en forma. Todo depende del ritmo. Como me dijo en una ocasión el mismo fisioterapeuta que he citado antes, la caminata no debe ser como si fueras a comprar, deteniéndote en todos los escaparates, sino a cierto ritmo. Se puede empezar a un ritmo suave y, con el tiempo, ir incrementándolo. Puede ayudar el hecho de recorrer siempre el mismo circuito. Las diversas cuestiones comentadas para correr (forma física, material…) también serían aplicables a la acción de caminar.
También existe otra alternativa, que podríamos considerar a medio camino entre correr y andar: la marcha nórdica. Se trata de un deporte que consiste en andar con dos bastones, nació en Finlandia, como una forma de entrenamiento para los esquiadores de fondo en verano, y es una manera de andar donde se incluye no solo la acción de las piernas, sino también la parte superior del cuerpo. Estaría a medio camino entre correr y andar porque se ejercitan más músculos que solo caminando y tiene la ventaja del menor impacto que correr; un hecho importante a tomar en consideración.
Conclusión
Existen otros deportes, pero lo importante es practicar alguno, sea cual sea. Eso sí, siempre deben tenerse en cuenta los condicionantes físicos de cada persona.
Si te estás preguntando qué relación existe entre la alimentación, la literatura y la salud, sigue leyendo, porque en esta publicación se planteará y se comentará.
Mens sana in corpore sano
Los alimentos nutren el cuerpo, de igual modo que la literatura nutre la mente; y esta no es una cuestión de poca importancia. Para empezar, se podría recordar la conocida expresión en latín clásico “mens sana in corpore sano”, que podría traducirse como “una mente sana (se encuentra) en un cuerpo sano”. Extraída de uno de los poemas satíricos del autor romano Juvenal (siglo I d.C.), expresa la aspiración de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado.
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Alimentación y salud
La relación entre la alimentación y la salud es bastante destacable. Una buena alimentación resulta primordial para poder gozar de una buena salud; pero en sentido inverso resulta aún más evidente la afirmación, porque una buena salud es muy difícil de alcanzar sin una buena alimentación.
Cuerpo y mente
Por su parte, el cuerpo y la mente están fuertemente ligados. Si el cuerpo está bien nutrido, esto puede repercutir de forma satisfactoria en una mente bien nutrida. Y a la inversa, si se posee una mente bien reforzada, puede resultar más fácil alcanzar un cuerpo vigoroso. Si uno de los elementos no se encuentra conectado de forma adecuada con el otro, la persona no podrá gozar de un completo equilibrio. Por ejemplo, con una buena alimentación puede conseguirse un cuerpo fuerte; pero si la mente no está bien alimentada, se tratará de un cuerpo no totalmente equilibrado. En cambio, si le añadimos una mente fortalecida, por ejemplo, con la literatura, entonces sí podrá estar bien equilibrado.
Existe una afirmación que viene a decir que no solo de comer viven los seres humanos. Aunque se trata de una de las necesidades básicas esenciales (comida y bebida), una vez alcanzada los seres humanos necesitan otras aportaciones. Y una de las importantes es mantener bien “alimentada” la mente. Porque si comemos bien, pero no nos cultivamos (cada persona en la medida de sus posibilidades) será difícil llevar una existencia plena. Entonces, es cuando entra en escena la necesidad de cultura, una de cuyas máximas exponentes es la literatura.
Alimentación y literatura
Aunque la alimentación y la literatura poseen características propias diferenciadoras, permiten numerosas analogías, dado que los mundos de la alimentación y de la literatura están ligados de numerosas y variadas formas.
Así como no solemos comer siempre los mismos alimentos, sino que a muchas personas nos gusta la variedad, también podemos ir leyendo obras de diferentes temáticas. Cabe decir que todo el mundo es libre de leer siempre, si así lo desea, libros de una misma temática; porque también hay personas que casi siempre comerían una determinada clase de alimentos.
Existen libros de muchos y variados contenidos, así como existen muchos y variados alimentos; por eso se podría decir que los libros de temáticas variadas que leemos son como las comidas variadas que comemos.
Los libros educativos, por ejemplo, podríamos asimilarlos a las hortalizas y verduras. Quizás no siempre apetecen, tal vez no gustan a algunas personas, pero son recomendables e, incluso, necesarias. Una situación habitual es el de aquellas personas que de jóvenes no había forma de que comieran algún alimento, por ejemplo, las acelgas (que son muy buenas para la salud, pero que no tienen muy buena fama); en cambio, de mayores las saborean con pasión, y sin la necesidad de que haya alguien que les recuerde sus beneficios ni la larga lista de propiedades. En el campo de la literatura, se asimilaría a los casos de personas que de jóvenes nunca leen un determinado género literario, por ejemplo, poesía, y que unos años más tarde disfrutan mucho con las obras de Antonio Machado o Pablo Neruda.
Existen alimentos difíciles de digerir si no los masticamos de forma adecuada, así como existen libros densos que se deben leer con cierta concentración y con la mente abierta.
También podría comentarse la importancia de la dosis o ración. A veces, no tenemos mucha hambre y con una ración pequeña tenemos suficiente; pero en otras ocasiones nos apetece un buen plato, aunque tal vez no comamos nada más en aquella comida. Asimismo, a veces solo queremos leer durante un rato (quizás antes de dormirnos, hasta que nos demos cuenta de que el sueño nos está invadiendo). Pero hay ocasiones, quizás una tarde lluviosa en la que no tenemos ninguna obligación, que lo que más nos apetece es coger un libro y dejar que las horas vayan pasando en buena compañía. Del mismo modo, hay quien prefiere leer libros no demasiado voluminosos (quizás porque no le gusta dejar las cosas a medias). En cambio, hay personas que disfrutan mucho cuando tienen en sus manos una novela de quinientas páginas, tal vez porque saben que les proporcionará más días de placer.
Algunas obras están dirigidas a un público infantil o juvenil, de igual modo que algunos alimentos pueden estar, en principio, destinados a ser consumidos por personas jóvenes. Pero esto no quiere decir que aquellas comidas no las pueda deglutir una persona adulta, ni que aquellas obras literarias no puedan ser leídas por personas de cierta edad.
Algunas personas pueden llegar a aburrir un determinado alimento, quizás porque tuvieron una mala experiencia en el pasado; por ejemplo, alguien que nunca coma pollo porque de pequeño le picó uno. La casuística sería diversa. De igual modo, puede suceder que una persona no lea a algún autor o autora porque la única obra que leyó no le gustó. En estos casos, quién sabe si no valdría la pena volver a probar ese alimento o volver a leer a aquel autor o a aquella autora. Al menos, suele decirse que todo el mundo merece una segunda oportunidad.
Comer más rápido o más despacio es una cuestión de hábitos; como leer lentamente o más velozmente. Las personas expertas recomiendan tomarse el tiempo necesario para poder comer de manera sosegada, masticando los alimentos las veces que haga falta. Respecto a la literatura, puede depender de la clase de lectura, aunque la calma acostumbra a ser buena aliada.
Casi todo lo que rodea a la acción de comer, como lo que rodea a la acción de leer, puede ser comparado. Hay quien es capaz de comer cualquier alimento en cualquier sitio, pero hay quien no come a gusto si no es con la mesa puesta, sentado y con tranquilidad. Con la lectura sucede lo mismo. Hay quien tiene la capacidad de abstraerse del ruido de un recinto lleno de personas y zambullirse durante unos pocos minutos en un libro, como si no hubiera nadie a su alrededor; pero hay personas que para leer necesitan estar completamente solas, sentadas en un confortable sillón y casi seguras de que nadie les molestará durante un buen rato.
No es recomendable abusar de algunas comidas, como aquellas que contienen muchas grasas o mucho azúcar, dado que podrían resultar nocivos para la salud. Pero ¿existen algunas temáticas literarias que sería aconsejable no leer con asiduidad? Como en otras muchas cuestiones, el sentido común puede ayudarnos a resolver esta y otras dudas. Pero, si no tenemos suficiente con el sentido común, podemos preguntar a las personas expertas en la materia.
Conclusiones
Se podría decir que los libros son el alimento del alma, porque esta también necesita cierta dosis de sustento nutritivo.
En la medida de lo posible, los tres elementos que conforman el título de esta publicación (la alimentación, la literatura y la salud) deberíamos mantenerlos bien presentes en nuestra vida.
Sería deseable un buen control de los tres componentes, para que el resultado final de la combinación sea lo más beneficioso posible para nosotros.
En un momento u otro, a las personas que tienen niñas o niños les puede surgir la duda de cómo iniciarlos en el fascinante mundo de la lectura. De vez en cuando, se pueden encontrar en las redes sociales preguntas al respecto.
Hace unos días, publiqué un artículo titulado “Beneficios de la lectura”, que recomiendo leer, y como complemento he pensado que podía ser una buena idea realizar una lista de consejos o sugerencias para intentar que los niños y las niñas adquieran el maravilloso hábito que es la lectura.
Por supuesto, las que comentaré a continuación solo son algunas ideas para intentar alcanzar el objetivo; seguro que existen muchas más.
Además, cabe decir que no solo las personas de corta edad pueden empezar a leer con asiduidad, también lo pueden hacer las personas adultas.
Parece lógico pensar que para iniciar una criatura en la lectura es necesario que sepa leer; pero se trata de un requisito que se puede matizar y que podemos saltarnos en algunos casos, como los que se mencionan a continuación:
Leerle antes de que nazca. Así como muchas personas ponen música para que el feto la pueda escuchar desde el útero materno, quizás no resultaría alocado leerle cada día durante un rato. La temática puede ir variando, aunque quizás convendría obviar, por ejemplo, las publicaciones de terror.
Leerle cuando acaba de nacer. Si pensamos que nos ha podido escuchar (o de alguna manera oír) mientras estaba en la barriga de la madre, con más razón puede oírnos cuando ya ha nacido.
Leerle antes de que sepa leer. Mientras va creciendo, seguro que agradecerá que le leamos cuentos, a poder ser cada vez de mayor longitud. De esta forma, cuando sepa leer ya estará habituado a historias no siempre muy cortas.
Seguidamente, se comentarán algunas sugerencias para intentar que los pequeños empiecen a leer con cierta regularidad.
Que vean que los familiares leen. Esta es una premisa bastante extendida y que parece ser acertada.
Leerlos cada noche un rato, como hábito. Al parecer, para que una acción se transforme en un hábito, es necesario repetirla durante veintiún días seguidos.
Leer juntos. Estar a su lado cuando empiecen a saber leer.
Animar a seguir leyendo. Aunque lean poco a poco o se confundan, debemos animarlos a que sigan leyendo. En esta, como en otras situaciones, la práctica es importante.
Ayudar al principio. Por ejemplo, podemos leer un fragmento nosotros y un fragmento la criatura, de forma alternativa. De esta forma, evitaremos que se canse y pierda las ganas de seguir leyendo.
Ir a una librería a comprar algún libro. Se puede realizar de vez en cuando, de forma periódica, como premio por alguna cuestión prefijada anteriormente…
Visitar alguna biblioteca. También se puede realizar de forma periódica.
Ir aumentando, de forma progresiva, el número de páginas de los libros que van leyendo. Esto les puede ayudar a reforzar la sensación de que van progresando de manera adecuada.
Lectura divertida. Si es posible, se puede mirar que los libros sean, a la vez, educativos y divertidos.
Realizar juegos de lectura. En este apartado podemos soltar nuestra imaginación.
Buscar palabras en el diccionario. Puede hacerse como juego, para que aprendan el orden de las palabras.
Alternar la lectura en voz alta con la interna. Poco a poco, se puede intentar que se acostumbren a leer sin pronunciar las palabras en voz alta.
Cómo elegir las lecturas
Una duda frecuente es saber cuáles pueden ser los mejores libros, al menos los más recomendables, para cada edad. Este problema se puede solucionar de varias formas.
Podemos acudir a una librería y exponer nuestras dudas y lo que desearíamos. El personal nos aconsejará y nos podrá presentar una serie de opciones, en función de las preferencias del niño o la niña.
Podemos visitar alguna biblioteca y explicar nuestra situación. También nos asesorarán. En las bibliotecas suele haber una sección, más o menos extensa según la población, destinada al público infantil, dividida por edades.
Una vez que haya adoptado el hábito de leer y tenga cierta edad, empezará a elegir las lecturas por sí mismo. Lo mejor es dejar que vaya probando varios géneros, diversas temáticas. Pero si nos pregunta qué podría leer, sería bueno tener una pequeña lista preparada. Aunque cada persona tendrá sus preferencias, existen una serie de libros que son recomendados, de forma habitual, por personas que, en principio, tienen cierto criterio en estas cuestiones.
Existen multitud de listas de libros que son recomendados, sobre todo para iniciarse en la lectura. Hay libros que solo aparecen en algunas listas; en cambio, hay otros que suelen estar presentes en muchas listas. Y existe un libro que he visto casi en todas estas listas. Esta obra aglutina ciertas características importantes:
Se trata de una obra magistral, que a menudo ha sido catalogada como libro infantil, pero que de un tiempo a esta parte, por suerte, ya se recomienda leerlo a cualquier edad.
Es un libro bastante corto. Esto puede hacerlo más atractivo, dado que, sobre todo al principio del hábito, tener que leer una obra muy larga puede resultar pesado y puede llegar a frenar las ansias de leer.
Resulta un libro muy ameno, nada pesado ni enrevesado.
Es de fácil lectura.
Es educativo.
Invita a reflexionar.
Te preguntarás cuál es este libro. Me refiero a la obra “El principito”, escrita por Antoine de Saint-Exupéry. Como no podía ser de otra manera, yo también recomiendo leer esta maravillosa obra, y no solo los jóvenes, sino todo el mundo. Y no solo aquellas personas que no la han leído nunca, también quienes hace mucho tiempo que la leyeron. Puedes leer un comentario sobre esta obra y sobre su autor haciendo clic aquí.
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La presente publicación pretende ser una especie de alegato en defensa de la coma, un signo de puntuación en ocasiones olvidado, a menudo subestimado o infravalorado.
Cabe decir que toda persona es libre de utilizar la coma como quiera, o como buenamente pueda. La única motivación es explicar algunas cuestiones relativas a la coma que pueden ser útiles, siempre con el fin educativo de intentar, en la medida de lo posible, escribir cada día un poco mejor.
El uso, de forma correcta, de la coma, no es una cuestión baladí. Su omisión, por ejemplo, puede alterar sustancialmente el significado de una oración; por lo menos, puede llevar a confusión. Solo añadiendo alguna coma donde es necesario, se puede evitar o solucionar este problema. Se trata de una solución a veces sencilla, pero que debe ser precisa. La colocación en una ubicación no adecuada puede llevar a más dudas de interpretación.
Se podría afirmar que existen dos posturas o formas de actuar a la hora de afrontar el hecho de tener que poner comas en un texto.
Postura ahorradora. Las personas que siguen esta corriente, no sé si por desconocimiento o por algún otro motivo, optan por economizar al máximo el uso de comas, es decir, que no suelen poner comas en los escritos, o muy pocas.
Postura derrochadora. La siguen aquellas personas que, tal vez en un intento de escribir bien, pueden llegar a utilizarlas de forma exagerada. Quizás con buena intención, sabiendo que los textos necesitan las comas, intentan ponerlas, aunque dudan de cuál es el emplazamiento apropiado. Pero el resultado es que parece que las pongan sin seguir ningún criterio. Tengo la sensación de que observan el texto y calculan, quizás según las líneas, el número de comas que deben ponerse; como si pensaran que a cada línea de texto le pueden corresponder, por ejemplo, unas tres comas de media. Entonces hacen el cálculo, por ejemplo, si hay cinco líneas deberían ponerse en total quince comas. Una vez llegados al momento crucial, el de ponerlas en un sitio u otro, lo hacen de manera aleatoria, como si las tiraran al aire, dejando que caigan donde quieran y, con un poco de suerte, será la disposición idónea. Pero la suerte no siempre hace acto de presencia.
Ambas actitudes (la ahorradora y la derrochadora) pueden llevar a confusión. La correcta será una tercera postura, la que consistiría en intentar averiguar dónde deben ir las comas, según las reglas establecidas, y ponerlas de la forma adecuada. Siempre que sea posible, deberíamos intentar utilizarlas en su justa medida.
Hay que tener presente que la mayoría de las comas deben escribirse en el lugar que las normas estipulan; pero siempre queda una parte que pueden utilizarse a discreción, es decir, según la voluntad literaria de la persona que escribe.
Pero, antes de nada, habría que repasar algunos conceptos básicos.
Los signos de puntuación
Son aquellos signos ortográficos que en un texto escrito delimitan las frases y párrafos, establecen la jerarquía sintáctica de las proposiciones para conseguir estructurar el texto, ordenan las ideas y las jerarquizan en principales y secundarias.
Los principales signos de puntuación son los siguientes: coma, punto, punto y coma, dos puntos, puntos suspensivos, signo de interrogación, signo de admiración, raya o guion largo, paréntesis, corchete y comillas.
La coma
Es un signo gráfico que representa una breve pausa en el discurso. Tipográficamente, se sitúa sin dejar ningún espacio después de la palabra que la precede y dejando uno antes de lo que la sigue. En algunos casos sirve para facilitar la lectura y en otros para marcar diferencias semánticas.
Los usos principales de la coma son los siguientes:
1. Separa palabras, expresiones y frases de una misma enumeración.
2. Separa los incisos que se realizan en una oración.
3. Separa los vocativos.
4. En las oraciones con los verbos elididos se suele usar la coma para marcar esta elisión.
5. En ocasiones, separa un complemento de la oración que se ha desplazado de su posición según el orden lógico (sujeto, verbo y complementos verbales).
6. Separa las frases relativas explicativas.
7. Se utiliza ante conjunciones adversativas.
8. En una fecha, separa el lugar de la fecha.
9. En una dirección, separa el nombre de la calle del número del edificio y ese mismo número de la forma que designa el piso.
10. Para evitar confusiones, a veces es necesario poner una coma.
No voy a extenderme al comentar los diferentes usos porque esta publicación está centrada en el décimo apartado, el uso de la coma para evitar confusiones. En algunos casos, como el que se expondrá a continuación, la omisión de la coma provoca que el significado sea totalmente opuesto.
Hace unos días recibí un mensaje por WhatsApp que fue el detonante que generó esta publicación. ¿El hecho de que se tratara de un mensaje recibido por WhatsApp justificaría que no llevara ningún coma? Supongo que este asunto provocaría opiniones diversas. Intentaré demostrar que con el uso de una o más comas la información contenida en el mensaje se habría transmitido con mayor claridad.
El mensaje en cuestión era el siguiente: “No todavía no los reclamo”.
Como puede observarse, se trata de un mensaje formado por cinco palabras, la primera y la tercera iguales, que no contiene ninguna coma.
¿Qué interpreté cuando lo leí? La ventaja que tenía era que este mensaje era la respuesta a una pregunta que yo mismo había formulado previamente, es decir, que ya conocía el contexto del mensaje y el posible sentido de la respuesta. Pero ¿y si no hubiera sabido de qué iba la conversación? Leída de forma repentina, sin ningún tipo de información previa, ¿cuál entendéis vosotros que es el mensaje que comunica? Para hacer el experimento más real, valdría la pena que escribierais o tuvierais bien presente la primera significación que os ha pasado por la mente, es decir, lo primero que habéis pensado que quería decir la frase.
Si no hubiera sabido de qué iba la conversación, no sé qué habría pensado. No puedo saberlo a ciencia cierta porque ya conocía algunos detalles que dificultan una primera percepción totalmente sin contexto. Pero hice el esfuerzo de intentar averiguar lo que hubiera pensado si no hubiera sabido nada antes.
En un primer momento, me pasaron por la mente varias cuestiones:
Existe un capítulo de la serie de dibujos animados “The Simpsons” (no es la primera vez que menciono esta serie), en el que el Homer Simpson debe pasar la prueba del polígrafo (también llamada máquina de la verdad). La persona experta le hace una pregunta, miente, le pregunta si está seguro, vuelve a mentir, y así sucesivamente, hasta que la máquina explota, incapaz de soportar durante más tiempo unas mentiras tan flagrantes.
La serie estadounidense «The big bang theory». El protagonista principal, Sheldom Cooper, no sabe (al menos le cuesta mucho) interpretar el sarcasmo en una frase. Y en un capítulo está a punto de explotarle la cabeza (en sentido figurado, por supuesto) porque no entendía el significado implícito.
Pues bien, si no hubiera sabido el sentido de la frase que recibí por WhastApp, quizás me hubiera sentido un poco como la máquina de la verdad o como Sheldon. No habría sido capaz de descifrar el mensaje.
A continuación, intentaré analizar de forma más detallada la frase “No todavía no los reclamo”.
En un sentido estricto, esta frase, tal y como está escrita, no posee ningún tipo de significación, es decir, no significa nada. Sin embargo, con unos pequeños retoques, enseguida toma significación. Lo único que se necesita es añadir alguna coma. ¿Cuántas? El número dependerá del significado que pretendamos darle a la frase. Al menos, existen dos opciones de significación. Eso sí, ambas piden, de forma forzosa, el uso de alguna coma.
Antes de entrar en el análisis, para ayudar a poner un poco de luz en la oscuridad, comentaré que mi pregunta, a la que esta frase intentaba responder, hacía referencia a si la otra persona ya había recibido unos documentos. La respuesta, en principio, debía ser dicotómica, es decir, solo aceptaba un “sí” o un “no”. En caso de respuesta negativa, existían dos opciones, que aquella persona reclamara los documentos o que no los reclamara.
Empecemos el análisis. La primera palabra ya nos saca de dudas, dado que podemos observar que se trata de una respuesta negativa, es decir, que esa persona no ha recibido los documentos que esperaba. Entonces, debemos saber si la persona los reclama o no. Pero, tal y como está escrita la frase, no queda nada claro. Algunas personas podrían pensar que los reclama, otras que no. Existen dos opciones posibles:
Si lo que quería expresarse era que no se tenía la intención de reclamar los documentos, la frase requería una sola coma y debería haber sido escrita de la siguiente manera: “No, todavía no los reclamo”. De esta manera, queda claro que la persona todavía no quiere reclamarlos.
Si lo que quería expresarse era que sí se tenía la intención de reclamar los documentos, la frase exigía dos comas y debería haber sido escrita de la siguiente manera: “No, todavía no, los reclamo”. De esta forma queda claro que la persona sí quiere reclamarlos.
Consulta el Índice de contenidos, la guía para localizar todas las publicaciones.
Reflexión personal
Espero que el ejemplo expuesto haya ayudado a hacer comprender que una o dos comas pueden hacer para variar bastante el significado de una frase. Lo que debería quedar claro es que sin coma no podíamos entender el mensaje, tan solo podíamos intuirlo o podíamos intentar adivinarlo.
A partir de ahora, quizás pongáis un poco más de atención a las comas. Si es así, habrá merecido la pena realizar esta publicación y podré sentir que he ayudado un poco a las comas a tener el papel que, según establecen las normas, deben tener.
Desde un punto de vista objetivo, son múltiples los beneficios que pueden atribuirse a la lectura.
Si preguntáramos a varias personas qué beneficios les proporciona la lectura, seguro que obtendríamos respuestas muy variadas; desde la persona que, toda orgullosa, respondería «yo no leo nunca» (hace poco tiempo me sucedió), hasta la que sería capaz de mencionar una retahíla casi interminable de ventajas.
La lectura
Una definición de lectura podría ser la siguiente: “Interpretación (por parte de una persona) del significado de alguna clase de información transmitida mediante algún tipo de código (usualmente un lenguaje)”.
Max Weber, reconocido como uno de los fundadores de la Sociología, planteó tres definiciones para la lectura:
Saber pronunciar las palabras escritas.
Saber identificar las palabras y el significado de cada una de ellas.
Saber extraer y comprender el significado de un texto.
Pero estas definiciones se quedan muy cortas a la hora de ilustrar todo lo que significa la lectura.
Leer es mucho más que enseñar el código lingüístico y sus mecanismos de articulación. Leer implica decodificar, comprender e interpretar. Aprender a leer supone llegar a comprender que la lectura transmite mensajes. Y la comprensión lectora se va desarrollando a medida que se practica la lectura. El progreso puede apreciarse, por ejemplo, en la velocidad lectora.
Para ampliar estas cuestiones, recomiendo leer las siguientes publicaciones:
El hecho de que existen tantos beneficios de la lectura, puede animarnos a intentar clasificarlos. Una primera clasificación podría diferenciar los beneficios objetivos de los subjetivos.
Beneficios objetivos. Serían aquellos beneficios que son considerados como tales por la mayoría de personas, es decir, que son fácilmente apreciables y la lógica nos lleva a aceptarlos.
Beneficios subjetivos. Serían todos aquellos que dependen de la apreciación personal y subjetiva de cada uno; que no tienen por qué ser aceptados como beneficios por la mayor parte de la sociedad.
Otra clasificación podría diferenciar entre beneficios individuales y beneficios colectivos.
Beneficios individuales. Aquellos que experimenta una persona sola.
Beneficios colectivos. Los que afectan a más de una persona, por ejemplo:
Favorece la conversación y las relaciones humanas. Esto se debe a que leer nutre de contenidos las conversaciones y nos ayuda a comunicarnos, dado que nos ayuda a ampliar nuestro vocabulario y favorece las habilidades verbales, la rapidez mental y la toma de decisiones.
Fomenta la empatía. La persona lectora está acostumbrada a ponerse en la piel de los personajes y vivir nuevas situaciones y experiencias a través de los libros.
Beneficios para la salud
En este apartado se podrían incluir numerosos beneficios, pero nombraré solo algunos. La mayoría de estos, como puede resultar lógico, son beneficios para nuestra salud mental; y cuidar nuestra salud mental es tan importante como comer bien o realizar ejercicio. La lectura es el ejercicio para mantener un cerebro sano.
Es una actividad relajante. Cuando leemos, muchas veces llegamos a desconectar del mundo real, nos trasladamos a otros mundos, a otras épocas… Los libros pueden tener la capacidad de tranquilizarnos, dado que mientras leemos el cerebro genera dopamina (uno de los neurotransmisores que utilizan las neuronas para comunicarse entre ellas).
Reduce los niveles de estrés. Al relajarnos, se reduce nuestros niveles de cortisol, la hormona que se libera con el estrés. Parece ser que unos seis minutos de lectura pueden reducir el estrés hasta un 60%.
Mejora cognitiva. Parece estar demostrado que la lectura fortalece las conexiones neuronales, lo que puede llegar a proteger de enfermedades neurodegenerativas.
Aumento de la concentración. El hábito de la lectura ayuda a concentrarse en esa historia y la capacidad de concentración se puede ir desarrollando.
Mejora la memoria. Dado que cuando leemos acostumbramos al cerebro a recordar personajes, situaciones, hechos…, esto puede ayudar a mejorar la memoria.
Estimula la flexibilidad. Mientras leemos una obra de ficción, nuestra mente permanece abierta a la incertidumbre, dado que, normalmente, no sabemos qué sucederá en aquella historia. Y esto puede ayudarnos a ser más flexibles en la vida real.
Ayuda a combatir el insomnio. Hay quien sugiere la lectura como una actividad a realizar antes de acostarse, sobre todo leer en papel, como alternativa a las pantallas, porque nos puede relajar.
Estimula el espíritu crítico. Esta cuestión puede resultar interesante, ya que a menudo nos vemos rodeados de noticias engañosas o falsas (fake news) y es importante saber discernir lo verdadero de lo falso.
Otros beneficios de la lectura
A continuación, se exponen de forma breve otros posibles beneficios de la lectura. Sin embargo, esta no es, ni mucho menos, una lista cerrada, sino que cada persona podría añadir más.
Desarrolla la capacidad de reflexión, análisis, espíritu crítico…
Hace disfrutar, entretiene y distrae.
Ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje.
Favorece el aprendizaje.
Aumenta el bagaje cultural; proporciona información y conocimientos.
Estimula y satisface la curiosidad intelectual y científica.
Despierta múltiples aficiones e intereses.
Facilita la recreación de la fantasía y el desarrollo de la creatividad.
Educa la sensibilidad, estimulando las emociones artísticas.
Despierta la curiosidad y alimenta la imaginación.
Consulta el Índice de contenidos, la guía para localizar todas las publicaciones.
Perjuicios de la lectura
Después de pensarlo detenidamente, he encontrado algún «posible» perjuicio de la lectura; aunque la responsabilidad no sé si podría ser atribuida de forma absoluta al hecho de leer.
Respecto al punto en que se exponía que leer puede ayudar a combatir el insomnio, habría que comentar dos aspectos a tener en cuenta:
La temática de la obra. Según de qué trate la obra, el efecto puede resultar el contrario, es decir, la aparición de insomnio. Así que sería un aspecto a tener en cuenta.
La capacidad de la obra para atrapar a la persona lectora. No es inaudito el caso de alguna persona que se ha puesto a leer un libro antes de acostarse y, cuando se ha dado cuenta, eran las tantas de la madrugada. Aquella obra le había cautivado de tal modo, que había perdido la noción del tiempo. Y este efecto puede ser más perjudicial, aún, si al día siguiente tienes que despertarte temprano.
Otra clase de “perjuicio” sería que, si no se cumplen una serie de consejos, el hecho de leer podría llegar a afectar a la vista de la persona lectora. A continuación, para intentar evitarlo, se exponen algunas recomendaciones a tener en cuenta a la hora de leer:
Mantener una distancia adecuada con el libro, el ordenador o la tableta.
Disponer de buena iluminación.
Mantener una correcta postura.
Parpadear de vez en cuando para intentar evitar la sequedad ocular.
Descansar cada cierto tiempo.
Revisar la vista de forma periódica.
Una forma de intentar mitigar el cansancio de la vista es poniendo en práctica la Regla 20-20-20, creada por el oftalmólogo Jeffrey Anshel. Consiste en descansar cada 20 minutos, durante unos 20 segundos, intentando enfocar la mirada hacia un objeto situado a unos 20 pies de distancia (unos 6 metros). De esta forma, se consigue relajar la acomodación de los ojos y aumentar el parpadeo, para reducir los síntomas del esfuerzo ocular.
Si conoces más inconvenientes de la lectura, puedes explicarlos después de esta publicación, en el espacio reservado para los comentarios.
Colaboraciones de las personas lectoras
El pasado 23/10/2022, en el Boletín que se envía, el día 23 de cada mes, a las personas suscritas en la web www.santosbalasch.cat, pedí la colaboración de las personas a las que les gusta leer para que aportaran sus opiniones y experiencias a esta publicación. Unos días después, hice extensiva esta invitación a las redes sociales.
La intención era que cada uno expusiera que significa para él/ella la lectura, que le aporta, porque le gusta…
A continuación, se exponen las contribuciones recopiladas.
“Para mí, la lectura es básicamente enriquecimiento personal; y también un estado de ánimo. Me explico:
-Enriquecimiento y conocimiento: tanto si lees textos de historia como novela policíaca, adquieres vocabulario, geografía, diferentes formas de pensar y de actuar, y siempre acabas aprendiendo algo más después de leer cualquier libro.
También potencias tu imaginación, puesto que lo que lees se va dibujando en tu pensamiento, como son los personajes, paisajes…
-Estado de ánimo: desgraciadamente, no tenemos tiempo suficiente para leer, si puedo tomar un libro es que dispongo de tiempo para mí, que las prioridades esenciales ya están hechas (trabajo, casa, niños, etc.). Por tanto, la lectura es un tiempo para mí, de relajación”.
«Cuando abro un libro, si he acertado con la elección, me desconecto del mundo y entro en otros mundos».
“La lectura me gusta porque me aporta cultura, información histórica (novelas históricas), entretenimiento, distracción… Cuando lees, te evades, te concentras en la historia, la narración, la lectura… Te pasan las horas y no te das cuenta. Es como ver una serie y querer terminarla. Evidentemente, si te gusta”.
“Para mí, lo importante es que te ayuda a formar una mente crítica”.
“La lectura es como una red que te atrapa, pero de la que no deseas escapar”.
“Leer te permite vivir situaciones que posiblemente nunca podrás experimentar. Además, sin salir de casa”.
“Desde hace algunos años, no puedo concebir mi vida sin la lectura. Me aporta tanto, que no sé qué haría sin ella”.
“La lectura aporta mucho más que conocimiento o aprendizaje, pero me resulta difícil explicarlo, sobre todo de una manera más o menos breve. Son un montón de aspectos”.
Después de exponer qué significa la lectura para algunas personas, intentaré explicar lo que significa para mí.
“Leer es un placer muy sencillo, que no necesita una gran infraestructura ni un espacio de grandes dimensiones. Pero, aunque pueda parecer incongruente, también es un placer complejo, delicado, que puede requerir un espacio personal y de confort, un cierto tiempo para desahogarse. A menudo, la dificultad para su correcto aprovechamiento está más en estos detalles, en apariencia ajenos al simple acto de leer.
A pesar de las dificultades, siempre habrá merecido la pena el esfuerzo por encontrar ese lugar adecuado, ese momento idóneo, aquella atmósfera precisa…
Leer significa aprender.
Leer permite adentrarse en otros mundos.
Leer es poder sentir que estás viviendo en otra época.
Leer estimula la sensibilidad y el intelecto.
Leer fomenta el pensamiento abstracto y el espíritu crítico.
Todo esto, y mucho más, conforma la magia de leer”.
Para finalizar, una petición
Esta publicación no pretendía aglutinar todos los beneficios de la lectura, dado que sin duda se han quedado muchos beneficios por el camino. El objetivo fundamental ha sido intentar aportar mi granito de arena en el fomento de la lectura. Solo con la colaboración de todos/as esto será posible. Si te ha gustado la publicación, te agradecería que la compartieras con todas aquellas personas a las que les gusta la lectura, pero, también, con aquellas a las que tal vez les falte un pequeño empujón para zambullirse en el maravilloso mundo de la lectura.
¿Qué es más importante, la velocidad lectora o la comprensión lectora?
Tal vez, lo recomendable sería la combinación de ambas, es decir, leer con cierta rapidez, siempre que permita comprender la mayor parte del texto.
Esta publicación, aunque posee integridad plena, puede ser considerada como una ampliación de la información expuesta en la entrada publicada el 23 de octubre de 2021, que se puede leer (si se desea profundizar en el tema de la comprensión lectora) visitando el siguiente enlace:
Se refiere a la cantidad de palabras que una persona consigue leer por minuto durante una lectura natural, es decir, en silencio y con la intención de comprender el contenido de un texto.
La velocidad de lectura suele medirse en Palabras por Minuto (PPM), aunque se trata de una medida no oficial, ya que todas las palabras no tienen la misma longitud, complejidad semántica, ni determinación.
El promedio de velocidad lectora se sitúa entre 150 y 250 palabras por minuto (PPM).
Los factores más importantes para identificar una palabra son:
Las primeras tres letras.
La última letra.
El empleo de minúsculas y mayúsculas.
La identidad fonética.
Técnicas de lectura
Las técnicas de lectura tienen dos objetivos:
La maximización de la comprensión del texto.
La maximización de la velocidad de lectura.
Por regla general, son objetivos contradictorios
1. Técnicas convencionales
Afectan a la elección y la elaboración de textos. Persiguen maximizar la comprensión.
A. Lectura secuencial
Es la forma común de leer un texto. El lector lee en su tiempo individual desde el principio al fin sin repeticiones u omisiones.
B. Lectura intensiva
Tiene por objetivo comprender el texto completo y analizar las intenciones del autor. Analiza el contenido, la lengua y la forma de argumentación del autor neutralmente.
C. Lectura puntual
El lector solamente lee los pasajes que le interesan. Esta técnica sirve para absorber mucha información en poco tiempo.
2. Técnicas para mejorar la velocidad de la lectura
Afectan al proceso de percepción en sí mismo.
a) Lectura diagonal
La mirada se mueve rápidamente de la esquina izquierda superior a la esquina derecha inferior. De ese modo, es posible leer muy rápidamente un texto, a expensas de la comprensión del estilo y los detalles.
Solo se leen los pasajes especiales de un texto:
Los títulos.
La primera frase de un párrafo.
Las palabras acentuadas tipográficamente (negrita, cursiva).
Los párrafos importantes (resumen, conclusión).
El entorno de los términos relevantes, como listas («primero», «segundo»), conclusiones («por eso») y términos técnicos («costos fijos»).
Consiste en leer siguiendo los siguientes 5 sencillos pasos:
Leer el primer párrafo. Es fundamental para hacernos una idea general de lo que viene a continuación.
Fijarse siempre en los títulos y subtítulos. El objetivo es tener siempre clara la estructura de la información.
Leer solo las palabras y datos clave de los siguientes párrafos. Ayudan las negritas, cursivas, o incluso el subrayado, si existe.
Presta atención a las preguntas. Suele ser un buen indicativo de las ideas que se busca resaltar en un texto.
Echar un vistazo a la última o últimas frases. Suelen aportar la visión general y resumida del texto.
No siempre conviene usar esta técnica, sobre todo cuando no estemos familiarizados con las ideas que contiene o cuando incluya terminología que no controlamos. Sí puede ser útil, en cambio, para poder repasar grandes cantidades de temario en apenas unas horas.
b) Lectura rápida
Es una colección de métodos para aumentar considerablemente la velocidad media de lectura, sin sacrificar en exceso la comprensión lectora ni la receptividad. Es similar a la lectura diagonal, pero incluye otros factores como la concentración (que permite reducir considerablemente el tiempo de absorción de la información) y ejercicios para los ojos.
Con esta técnica, la velocidad puede incrementarse hasta las 400 o 700 PPM. Sin embargo, lo importante es que ello no disminuya en exceso la comprensión.
Mejorar la velocidad de lectura es una cuestión de práctica y de técnica. Es una combinación de elementos físicos (el movimiento de los ojos) y de elementos mentales (la capacidad de comprensión).
Beneficios de la lectura rápida
Además de emplear menos tiempo, puede suponer una mayor concentración en la lectura, conocer más información, aprender a reconocer términos e ideas clave o mejorar la capacidad de asociación de conocimientos que ya tenemos con conceptos nuevos.
Nuestra velocidad lectora nos ayuda a leer una novela o los periódicos en menos tiempo, pero sobre todo ayuda a la hora de estudiar y de analizar cualquier tipo de documentación.
Historia de la lectura rápida
Durante la Primera Guerra Mundial, muchos pilotos perdían segundos vitales durante el combate al tratar de distinguir si el avión que se aproximaba era del bando propio o del enemigo. Entonces se ideó el método taquitoscópico, que consistía en mostrar aviones en una pantalla durante pocos segundos para adiestrar a los pilotos a distinguirlos. Gradualmente, se aumentaba la cantidad de imágenes que se proyectaban cada vez y se reducía el tiempo de exposición.
Tiempo después, en los años sesenta, se descubrió que con un entrenamiento adecuado los ojos aprenden a moverse más rápido, con lo cual aumenta la cantidad de palabras que es posible decodificar cada hora.
Nuevo paradigma en la lectura rápida
Hay muchas otras técnicas de lectura veloz y todas están muy controvertidas porque se respaldan en procedimientos pseudocientíficos, mitos extendidos pero falsos, o incomprensión sistemática del proceso mismo de la lectura.
Por ejemplo, la supresión de la subvocalización (repetir mentalmente cada palabra según se va leyendo) es muy controvertida, ya que es posible que sin subvocalización no se pueda identificar palabras. Existe la creencia de que, por ejemplo, la lectura es un proceso de alguna forma indirecto que va de los ojos a la boca (explicando así la subvocalización), luego de la boca al oído interno y por último al cerebro, pretendiendo de este modo que al eliminar la subvocalización se mejorará el proceso de lectura (realmente, al leer la señal va directamente de la visión al cerebro y únicamente toma significado cuando este la interpreta a través del procesamiento visual, por lo que la subvocalización es, en realidad, un simple reflejo neurológico involuntario).
Métodos de lectura rápida
En la lectura rápidahay varios trucos o métodos que ayudan a aumentar la velocidad de lectura y la comprensión.
1. Método del marcador
Se señala la letra o palabra, estableciendouna conexión entre el texto que se lee y elcerebro. Los ojos se fijan en el puntero y se evita que haya saltos de línea, es decir, se avanza la lectura de manera uniforme, sin tantos despistes ni regresiones hacia líneas anteriores. Además, según se incrementa la velocidad con el dedo o el lápiz, la concentración es mayor y se captan rápidamente las palabras clave.
El problema es que este gesto se asocia a algo malo e innecesario, reservado para niños que comienzan a aprender a leer.
2. Método de la fijación
Cada vez que leemos, el ojo realiza pausas y saltos. Necesita enfocar en cada pausa como lo hace una cámara fotográfica. La fijación no es más que el punto donde se detiene la vista para leer.
Estas pausas son muy cortas, pero si se tiene en cuenta el gran número de fijaciones que se realizan durante la lectura, suman bastante tiempo. Además, las fijaciones son lo que cansa los ojos durante la lectura y causa problemas de concentración.
El objetivo de esta técnica es disminuir el número de fijaciones. Para ello, se deben ejecutar fijaciones oculares amplias, es decir, que el ojo capte en una sola fijación el mayor número posible de palabras (o cuatro o cinco letras y alguna palabra y se deduzcan las otras palabras y partes de las frases). El cerebro reconoce y capta las palabras, aunque no se lean literalmente.
Al principio se lee así:
Y al final se puede llegar a leer así:
Suprimir errores para leer de forma más veloz
Los métodos de lectura rápida se basan en dejar de lado supuestos errores, que se clasifican en dos grupos.
a. Errores de lectura básica:
Silabear o fragmentar las palabras.
Saltarse renglones.
Mover la cabeza para acompañar la lectura.
Vocalizar los sonidos que se leen, ya sea en voz alta o mentalmente. Reducir este hábito permite incrementar la velocidad y la comprensión de lectura.
b. Errores de lectura avanzada:
Exceso de fijaciones oculares. Detener la vista en cada palabra que se lee y no en los bloques de texto.
Retroceder y releer por falta de concentración.
Insuficiencia de vocabulario.
No saber para qué se lee. Saber qué se quiere aprender es clave para leer más rápido un texto.
Además, la lectura lenta no mantiene el cerebro lo suficientemente ocupado, por lo que empieza a pensar en cualquier cosa. Esa desconcentración ralentiza la lectura.
Concentración y vocabulario, claves en la lectura
Las técnicas de lectura rápida, aunque no son una panacea, pueden ser recomendables, ya que mejoran el rendimiento y ayudan a concentrarse en la lectura.
El vocabulario es un aspecto en el que los métodos de lectura rápida no suelen insistir, pero conocer el significado de las palabras es fundamental para la lectura. Las desconocidas ralentizan la lectura en todos los casos.
Los científicos sugieren practicar la lectura y proponerse adquirir vocabulario nuevo como un modo de ganar velocidad sin perder comprensión.
Los límites de la lectura rápida
Algunos investigadores afirman que no hay «fórmulas mágicas» para aumentar la velocidad de la lectura, y que este aumento tiene consecuencias en lo que se entenderá y recordará. Aunque en ciertos escenarios es tolerable e incluso aconsejable una pérdida en la comprensión, las velocidades de500 o 700 palabras por minuto solo se pueden dar cuando, por ejemplo, el contenido general del texto ya se conoce y se busca algún dato específico que está incluido en él.
Ya que uno de los objetivos de la lectura sigue siendo obtener placer, cabe preguntarse si el placer de una novela es el mismo si se disfruta al ritmo normal que si se lee a una velocidad elevada.
Reflexión final
El presente artículo, en modo alguno supone una proposición o consejo, simplemente se trata de una aproximación a un concepto interesante.
La aplicación por parte de cada persona dependerá de su objetivo. Por ejemplo, la técnica de la lectura diagonal puede ser utilizada para leer, en poco rato, un periódico de tirada diaria. La finalidad general no suele ser leer detenidamente todas y cada una de las noticias incluidas en el periódico; ya que este trabajo supondría un considerable espacio de tiempo. Sin embargo, sí que se puede pretender formarse una idea, más o menos detallada, de las informaciones más importantes a nivel global. Es decir, que se puede leer la mayor parte del periódico con la técnica de la lectura diagonal y detenerse en aquella sección o secciones que más interesen a la persona.
A la hora de poner en práctica la técnica de lectura diagonal, para cada artículo básicamente leeríamos lo siguiente:
El titular.
El inicio.
Los cortos extractos destacados (a modo de escuetos resúmenes de las cuestiones más relevantes).
Algún término que esté destacado (negrita, cursiva) o que nos llame la atención.
El final.
Con ello, y dando rienda suelta a nuestra imaginación, nos podríamos hacer una idea general de lo que se ha explicado en el artículo.
En cambio, la misma técnica no serviría, en principio, para leer un contenido de diferentes características. Por ejemplo, no sería aconsejable utilizarla para leer una novela o una publicación científica o con un contenido que incluya terminología técnica o específica.
Sugerencia
Si te interesa la velocidad lectora, puedes realizar el siguiente Test:
Pero recuerda que, casi siempre, lo más importante será comprender aquello que se está leyendo.
El término leer (del latín legere), alude al proceso de percibir y comprender la escritura, ya sea mediante la vista, la escucha (audiolibros) o el tacto (braille). En esta definición se incluye, como parte fundamental de la lectura, que se comprenda lo que se está leyendo. Si no es así, lo que estamos haciendo, en sentido estricto, ¿no será leer?
Alfabetismo
Alfabetizar es enseñar a leer y escribir a grandes masas de personas. Además, se trata de un derecho fundamental de los seres humanos. Por desgracia, no toda la población del mundo sabe leer. Según la Unesco, se calcula que en 2008 había unos 774 millones de personas adultas analfabetas (aproximadamente uno de cada cinco adultos).
En la actualidad, se distingue entre analfabetismo e “iletrismo”, también denominado analfabetismo funcional. Una persona iletrada puede entender un mensaje sencillo, capta el mecanismo de la lectoescritura, pero no puede llegar a la idea central de un texto corto y no sabe usar los conceptos que lee (por falta de vocabulario y de comprensión lectora).
Percepción y comprensión
La psicología cognitiva y la lingüística estudian cómo los seres humanos perciben y comprenden la escritura. AL medir los movimientos oculares con el método “seguimiento de ojos”, la psicología trata de entender cómo la percepción y la comprensión se influyen y completan mutuamente.
Fundamentos de la percepción al leer
El ser humano percibe su ambiente por visión con fijaciones y sacadas. Al fijar clava los ojos en un punto inmóvil y con sacadas redirige la mirada rápidamente de un punto de fijación a otro. Solamente durante las fijaciones los nervios en la retina transmiten la información que perciben por la luz.
El campo visual es el área donde se ven objetos mientras el ojo está enfocado en un punto. La parte del campo visual por la cual se adquiere información útil durante una fijación se denomina área de percepción.
Movimientos oculares al leer
Si la percepción visual va unida a una buena comprensión semántica, los ojos siguen un desplazamiento lineal en la dirección de leer (en Occidente hacia la derecha) con sacadas de 7 a 9 letras y con un intervalo entre las sacadas en torno a 225 milisegundos.
El avance lineal se ve interrumpido periódicamente con una regresión de la mirada hacia atrás, hacia palabras ya vistas, con sacadas entre 9 y 6 caracteres. Este cambio de dirección supone el 10% – 15% de las sacadas y es característico de una lectura fluida y correcta. Son movimientos que pueden aclarar el texto y que dependen de factores como la concentración o el interés de la persona que lee.
Modelos del control de sacadas
Hay dos modelos competitivos que tratan de explicar cómo el lector mueve la mirada.
Según el “modelo de proceso cognitivo”, el lector hace una sacada tan pronto como ha ganado acceso léxico, es decir, ha identificado la palabra enfocada.
Según el “modelo del motor ocular”, los movimientos son dictados físicamente. Al principio, el lector elige una estrategia fundamental (por ejemplo, leer tan rápido como le sea posible) y una táctica dependiente del texto (por ejemplo, si el texto es complicado, lee despacio).
Parece ser más correcto el modelo del motor ocular, pero no existe una prueba definitiva.
Identificación e integración de palabras
Los factores más importantes para identificar una palabra son las primeras tres letras, la última letra, el empleo de minúsculas y mayúsculas y la identidad fonética.
Vocalización
Es el proceso mediante el cual se articulan los sonidos (fonemas) de las palabras que se están leyendo. Cuando se vocaliza, la velocidad de la lectura y la comprensión del texto se reducen drásticamente.
Subvocalización
También denominada «vocalización mental», es el proceso por el cual se articula mentalmente lo que se lee. Es indispensable para transformar una grafía (letra) en sonido (fonema) lo cual se requiere para producir la significación (comprensión) y no tiene las limitaciones de velocidad y comprensión que tiene la vocalización, es decir, no estorba la comprensión. Al contrario, parece que la subvocalización forma parte relevante del proceso de leer. Algunos psicólogos creen que sin subvocalización no es posible leer, justifican su opinión con el papel importante que juega el componente fonético al identificar palabras.
La lectura
Se basa en dos componentes:
El acceso léxico. Es el proceso de reconocer una palabra como tal y comienza con la percepción visual. Primero se perciben los rasgos gráficos (letras o palabras) y después tiene lugar un acceso léxico directo (cuando conocemos la palabra) o un acceso léxico indirecto (si nos encontramos términos desconocidos o difíciles de leer).
La comprensión. En ella se distinguen dos niveles:
Nivel elemental. Es la comprensión de las proposiciones del texto y se realiza a partir de la conjunción de los elementos textuales (información proporcionada por el texto mismo) y de los elementos subjetivos (conocimientos previos). Se realiza de forma automática y está considerado un microproceso.
Nivel superior. Es el de la integración de la información suministrada por el texto. Consiste en ligar unas proposiciones con otras para formar una representación coherente de lo que se está leyendo. Se realiza de forma consciente y no automática y está considerado como un macroproceso.
El proceso de lectura
Según algunas teorías, la persona que lee es una simple receptora que busca o extrae la información del texto, es decir, que es ajena al texto y su comprensión se limita al mensaje que se quiere transmitir.
Otras teorías conciben la lectura como un proceso interactivo y otorga al lector un papel más activo, ya que debe construir el sentido del texto.
Realizada eficientemente, la lectura debe facilitar el surgimiento, en el consciente de la persona lectora, de la comprensión del texto. Cuando termina el acto de leer y no ocurre tal comprensión, no se puede afirmar que se haya cumplido el proceso de lectura. Una vez que se tiene claro lo que es leer y sus implicaciones, se puede analizar lo que debe hacer un lector para realizar esta actividad con eficiencia.
La lectura posee las siguientes características:
1.- Leer es un proceso de pensar. Pensar en el significado de los símbolos impresos.
2.- Es una actividad de comprensión de las ideas que se hallan tras las palabras.
3.- Es una actividad que se realiza individualmente.
4.- La habilidad lectora puede mejorarse y perfeccionarse.
5.- Existe una interrelación estrecha entre lectura-pensamiento y lenguaje, pues el lenguaje es un instrumento del pensar y un medio de expresar a otras personas lo que hemos pensado.
Comprensión lectora
La comprensión es el proceso de elaborar el significado por la vía de aprender las ideas relevantes del texto y relacionarlas con las ideas que ya se tienen. Este proceso se da siempre de la misma forma, sin importar la longitud del texto.
No es lo mismo leer que comprender lo que se lee. Se puede leer un texto y no comprenderlo. Las causas pueden ir desde la falta de vocabulario hasta la escasa atención.
Importancia de la comprensión lectora
Resulta muy importante no solo para entender lo que se lee, sino para identificar cuando algo no se entiende por falta de recursos. En estos casos, consultar una palabra o concepto puede ayudar a una asimilación más completa.
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Johannes Gutenberg, con la invención de la imprenta con tipos metálicos móviles, hizo que los textos se volvieran mucho más accesibles. Aunque mucho antes se habían realizado algunas impresiones, en la China y en Corea, con imprentas hechas primero en madera y luego en bronce, el invento de Gutenberg fue diferente. Con él fue posible imprimir muchas copias del mismo texto rápidamente.
Si quieres saber más sobre los primeros libros, te recomiendo que leas la siguiente publicación: “Los primeros libros”.
Es de dominio público que la primera obra que imprimió Gutenberg fue la Biblia, como mínimo eso es lo que hemos escuchado siempre. Pero, en realidad, no fue exactamente así. En sentido estricto, el primer libro impreso por Gutenberg fue “El misal de Constanza”, el libro utilizado por los sacerdotes católicos para la celebración de la misa.
Sin embargo, la fama de primer libro impreso se la llevó la Biblia. La razón fundamental que hace que se considere a la Biblia la primera obra impresa por Gutenberg, es que sí fue la primera obra de la que se realizaron muchas copias. De la Biblia se imprimieron alrededor de dos centenares de ejemplares y, en cambio, “El misal de Constanza” tuvo una tirada muy limitada.
Precisamente el hecho de poder realizar muchas copias de una misma obra, fue lo que confirió a la imprenta el de invento esencial en la propagación de la cultura.
Esta primera obra impresa a gran escala (para la época) es conocida con el nombre de “Biblia de Gutenberg” y está considerada una obra maestra de la impresión fina artesanal por su tipografía gótica delicadamente impresa en cada página.
La escritura es de una tinta negra y nítida impresa en dos densos bloques de texto. Las letras mayúsculas y los encabezados están adornados a mano con un toque de tinta roja. La mayoría de las biblias fueron encuadernadas en piel de cerdo blanca y divididas en varios volúmenes.
También es conocida como «Biblia de 42 líneas», ya que cada una de las 1.282 páginas tiene 42 líneas a dos columnas. Esta característica la diferencia de una edición posterior que tiene 36 líneas. Fue impresa en la lengua llamada Vulgata, latín corriente ya utilizado desde el siglo V para mayor entendimiento de los que ya sabían leer.
De los 180-200 ejemplares que se imprimieron, unos 55 fueron impresos en pergamino y el resto en papel. Hoy en día, se conservan 48 ejemplares, aunque solamente 21 de ellos están completos (4 de ellos en pergamino).
Como colofón, mencionar que Gutenberg, como tantas personas célebres, murió sin reconocimiento y arruinado en su ciudad natal, Maguncia (Alemania), en el año 1468.
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Cuando pensamos en un libro, seguro que nos viene a la cabeza la imagen de un libro impreso, encuadernado, es decir, tal y como los conocemos hoy en día. Pero debemos tener en cuenta que no siempre ha sido así. De hecho, el primer libro impreso, la Biblia, no vio la luz hasta el año 1440, gracias al invento de la imprenta por parte de Gutenberg.
Si quieres saber más sobre el primer libro impreso, te recomiendo que leas la siguiente publicación: “El primer libro impreso”.
Si nos detenemos a imaginar cómo serían los libros antes de la invención de la imprenta, algunas personas pensarán en los libros de la Edad Media; pero su origen es mucho más lejano.
Mesopotamia
Para hablar de los inicios del libro, debemos remontarnos hasta el año 3500 a.C., en Mesopotamia, término que en griego antiguo significa “tierra entre dos ríos”, una región situada entre los ríos Tigris y Éufrates. Es la zona que actualmente conocemos como Oriente Próximo y, de forma aproximada, debía ocupar los territorios del actual Irak y algunas zonas de Irán, Turquía y Siria.
Mapa que muestra la extensión de Mesopotamia. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Mesopotamia.
Al parecer, la escritura se desarrolló de manera independiente en diferentes áreas del mundo, sin contacto entre ellas (al menos que se sepa), desde China hasta Mesoamérica; pero se considera que Mesopotamia fue el primer lugar.
Escritura cuneiforme
En aquella época, la zona estaba habitada por los pueblos asirio, acadio y sumerio. Precisamente este último, el pueblo sumerio, fue el inventor del primer sistema de escritura, la cuneiforme. En un primer momento, los sumerios utilizaban tablillas de arcilla humedecidas como soporte material, pero también se han encontrado inscripciones en piedra e incluso en metales. Grababan pictogramas que representaban palabras u objetos, hasta que estos evolucionaron hacia la escritura cuneiforme, una escritura fonética que representaba fonemas y no ideas y estaba formada por signos con trazos triangulares. La forma de estos trazos era debida a que las grababan con un corte vegetal con forma de cuña, de donde deriva el nombre de cuneiforme. Nació por la necesidad de contabilizar bienes y transacciones, es decir, su origen tenía una finalidad contable.
Escritura cuneiforme.
Los primeros documentos
Entre los primeros documentos o “libros” de la época, destacan los siguientes:
oLa Tablilla de Kish
Es una tablilla de piedra caliza, datada hacia el año 3500 a.C. y encontrada en Tell al-Uhaymir, el emplazamiento de la antigua ciudad sumeriade Kish.Se encuentra cubierta de escritura cuneiforme y está considerada la muestra más antigua de esta escritura.
oEl Código de Hammurabi
Está grabado en una estela de basalto negro de 2,25 m de alto por 50 cm en la zona más ancha. En la zona superior está representado el rey de Babilonia, Hammurabi (1795 a.C.-1750 a.C.). Debajo aparecen, inscritas en caracteres cuneiformes, las leyes que regían la vida cotidiana. En conjunto son 282 leyes. Se pueden destacar las siguientes características:
1.Aunque no fue el primer código legal, fue el definido con mayor claridad e influyó en las leyes de otras culturas.
2.Es uno de los ejemplares mejor conservados de este tipo de documentos.
3.Representa un desarrollado concepto de igualdad entre los habitantes de Mesopotamia.
4.Se basa en la aplicación de la Ley del Talión.
5.Es uno de los primeros ejemplos del Principio de presunción de inocencia, dado que sugiere que tanto el acusado como el acusador tienen la oportunidad de aportar pruebas.
El Código de Hammurabi.
La Ley del Talión
En latín lex talionis, se trata de la denominación tradicional de un principio jurídico de justicia retributiva, en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido, obteniéndose la reciprocidad.
El término “talión” deriva de la palabra latina tallos o tale, que significa “idéntico” o “similar”; por eso no se refiere a una pena equivalente, sino a una pena idéntica.
La expresión más conocida de esta ley es el pasaje bíblico “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”, que se encuentra concretamente en el Éxodo 21:24.
Resulta el primer intento de establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el castigo, fijando el límite a la venganza. Cabe decir que la mayor parte de ordenamientos jurídicos se basaron él, sobre todo en Europa durante la Edad Antigua y la Edad Media.
En el código de Hammurabi, una de las versiones más antiguas de esta ley, el principio de reciprocidad exacta se emplea con gran claridad. Por ejemplo, la ley 229 establecía que si una casa se derrumbaba y mataba a los propietarios, el arquitecto debía morir.
Los Escribas
La alfabetización en Mesopotamia era muy reducida, dado que estaba reservada a las élites, y los escribas gozaban de gran prestigio, sobre todo por la complejidad de la escritura cuneiforme, que exigía un alto grado de especialización. Se trataba de una profesión hereditaria, en la que el aprendizaje comenzaba en edades tempranas. Estaban bajo la protección de la diosa sumeria Nisaba.
La invención de la literatura
Las actividades intelectuales estaban muy valoradas en Mesopotamia y en las escuelas, que estaban dedicadas principalmente a la clase sacerdotal y eran tan numerosas como los templos, se enseñaba lectura, escritura, religión, derecho, medicina y astrología.
Sumeria es un increíble ejemplo de lo que la palabra escrita puede producir porque, además de influir sobre el posterior desarrollo de los textos litúrgicos sagrados, en Mesopotamia se inventó la literatura.
El pueblo sumerio consideraba que la escritura era un regalo del dios Enlil, hecho que en Babilonia también afirmarían más tarde, con su propia versión del dios Nabu.
La literatura sumeria se basa principalmente en tres temas: mitos, himnos y lamentaciones.
Algunas de las obras literarias más importantes serían las siguientes:
§El Enuma Elish o Poema de la Creación. Explica las ideas mesopotámicas sobre la aparición de los primeros dioses y la creación de la especie humana por Marduk, dios de Babilonia, con la piel del dios Kingu.
§El Poema o Epopeya de Gilgamesh. Considerado el relato escrito más antiguo del mundo, es una obra épica en verso sobre las peripecias de este legendario gobernante de Uruk (Gilgamesh) y su búsqueda del sentido de la vida frente a la inevitable muerte. Se exalta el amor, la amistad y la debilidad del ser humano frente a los dioses y aparecen temas fundamentales de la literatura, como el diluvio, el viaje o el miedo a la muerte. Parece que originariamente fue transmitido de forma oral.
La tablilla sobre el diluvio de la Epopeya de Gilgamesh (Museo Británico).
Los primeros autores conocidos por su nombre
El primer escritor, en este caso escritora, del mundo de quien se conoce su nombre es Enheduanna (2285 a.C.-2250 a.C.), suma sacerdotisa de Ur, que ayudó a mantener el imperio de su padre en Sumeria. Pero no solo es conocida por este hecho, sino también por ser una consumada poetisa.
Sus obras más importantes son los tres grandes himnos en alabanza a la diosa Inanna, antigua diosa sumeria del amor, la sensualidad, la fertilidad, la procreación y la guerra: El amante de gran corazón, La exaltación de Inanna y La diosa de los poderes temibles.
Pero también escribió 42 poemas, que relatan sus sentimientos personales sobre una serie de temas diferentes.
Sus obras fueron muy populares e influyeron en himnos, canciones y salmos posteriores, como los del Antiguo Testamento (por ejemplo, El cantar de los cantares).
Antes del descubrimiento de la obra de Enheduanna, se pensaba que el primer autor conocido por su nombre era el escriba babilónico Shin-Leqi-Unninni (1300 a.C.-1000 a.C.), quien escribió la versión babilónica de la Epopeya de Gilgamesh.
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Wislawa Szymberska (1923-2012). Poeta poloca. Premio Nobel de Literatura el año 1996.
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