Existen varios motivos por los que escribo. Algunos los he ido comentando en las anteriores entregas de la Categoría “Por qué escribo”, que recomiendo leer y que son las siguientes:
Seguro que quedan otros motivos por explicar, pero en esta publicación no trataré ninguno, sino que expondré una motivación extra. Me refiero a una razón que no es que me haya encaminado a escribir, sino que ha sido a base de escribir, que la he descubierto, se ha manifestado; aunque los resultados a menudo no se pueden captar a simple vista. Precisamente este hecho, que los beneficios no sean visibles, será el argumento en que algunas personas podrán basarse para no reconocerlo. En cambio, son muchas las personas que sí que lo aceptan como real.
Sin más preámbulos, voy a exponer el factor: el poder curativo de la escritura. Resulta obvio que no sugiero su poder de curar enfermedades físicas, es decir, que si sufres un esguince de tobillo, por ejemplo, por mucho que escribas no se te curará. Se trata de otra clase de curación, más cercana al alma.
Como he comentado antes, no empecé a escribir por este supuesto poder, pero sí que existen personas que lo hacen, que se inician espoleadas por este estímulo. Quizás te estés preguntando qué escriben estas personas. Lo habitual no es escribir una novela, sobre todo al principio; más bien se comienza escribiendo un Diario Personal. Y esto tiene una explicación lógica. Cuando escribes un Diario Personal, en el que vas anotando, cada día o bastante a menudo, lo que te va sucediendo, al menos lo más importante, se pueden producir ciertos cambios en la percepción de los hechos vividos.
Cuando lo escribes, cuando lo explicas de forma escrita, cuando lo plasmas en un cuaderno o en el ordenador, podría decirse que lo sacas todo hacia fuera.
Entonces, consigues observar la situación desde otro prisma, desde otro punto de vista. Y esto puede resultar, sobre todo en ciertas tesituras, muy significativo. De alguna forma, podría decirse que las visualizas como si se trataran de hechos que le han sucedido a otra persona. Y aquí es donde radica la explicación de la variación de la perspectiva, un cambio que te aleja de la subjetividad y te acerca a la objetividad; mediante la cual tal vez existen mayores probabilidades de encontrar una posible solución a algunos de esos problemas.
Es en este sentido en el que se podría interpretar el supuesto poder curativo de la escritura. No sé si lo he contado del todo bien; al menos, espero que se haya comprendido de forma aproximada lo que quería exponer. E invito a todas las personas profesionales de la psicología y la psiquiatría a corroborar, matizar o rebatir, según crean oportuno, mi teoría. Sin duda, saben mucho más que yo al respecto. Y cualquier aportación que provoque debate será bienvenida.
Tal vez existen épocas más proclives para empezar a escribir un Diario, como principios de año (por la cuestión psicológica del cambio de año) o por las vacaciones (por disponer de más tiempo); sin embargo, en el fondo, cualquier momento puede ser bueno. Así que, ¿por qué el momento no puede ser hoy?
Si necesitas un empujón final y conoces a alguna persona que escriba un Diario desde hace cierto tiempo, le puedes preguntar si es cierto lo que he contado. Y te agradecería que escribieras lo que te responda como comentario a esta publicación.
Apúntate al Boletín y el día 23 de cada mes recibirás un correo con la nueva Publicación.
Consulta el Índice de contenidos, la guía para localizar todas las publicaciones de la web https://www.santosbalasch.cat.
“La lectura es de gran utilidad cuando se medita lo que se lee”.
Nicolás de Malebranche (1638-1715), filósofo y teólogo francés.