En defensa de la coma

La presente publicación pretende ser una especie de alegato en defensa de la coma, un signo de puntuación en ocasiones olvidado, a menudo subestimado o infravalorado.

Cabe decir que toda persona es libre de utilizar la coma como quiera, o como buenamente pueda. La única motivación es explicar algunas cuestiones relativas a la coma que pueden ser útiles, siempre con el fin educativo de intentar, en la medida de lo posible, escribir cada día un poco mejor.

El uso, de forma correcta, de la coma, no es una cuestión baladí. Su omisión, por ejemplo, puede alterar sustancialmente el significado de una oración; por lo menos, puede llevar a confusión. Solo añadiendo alguna coma donde es necesario, se puede evitar o solucionar este problema. Se trata de una solución a veces sencilla, pero que debe ser precisa. La colocación en una ubicación no adecuada puede llevar a más dudas de interpretación.

Se podría afirmar que existen dos posturas o formas de actuar a la hora de afrontar el hecho de tener que poner comas en un texto.

  1. Postura ahorradora. Las personas que siguen esta corriente, no sé si por desconocimiento o por algún otro motivo, optan por economizar al máximo el uso de comas, es decir, que no suelen poner comas en los escritos, o muy pocas.
  2. Postura derrochadora. La siguen aquellas personas que, tal vez en un intento de escribir bien, pueden llegar a utilizarlas de forma exagerada. Quizás con buena intención, sabiendo que los textos necesitan las comas, intentan ponerlas, aunque dudan de cuál es el emplazamiento apropiado. Pero el resultado es que parece que las pongan sin seguir ningún criterio. Tengo la sensación de que observan el texto y calculan, quizás según las líneas, el número de comas que deben ponerse; como si pensaran que a cada línea de texto le pueden corresponder, por ejemplo, unas tres comas de media. Entonces hacen el cálculo, por ejemplo, si hay cinco líneas deberían ponerse en total quince comas. Una vez llegados al momento crucial, el de ponerlas en un sitio u otro, lo hacen de manera aleatoria, como si las tiraran al aire, dejando que caigan donde quieran y, con un poco de suerte, será la disposición idónea. Pero la suerte no siempre hace acto de presencia.

Ambas actitudes (la ahorradora y la derrochadora) pueden llevar a confusión. La correcta será una tercera postura, la que consistiría en intentar averiguar dónde deben ir las comas, según las reglas establecidas, y ponerlas de la forma adecuada. Siempre que sea posible, deberíamos intentar utilizarlas en su justa medida.

Hay que tener presente que la mayoría de las comas deben escribirse en el lugar que las normas estipulan; pero siempre queda una parte que pueden utilizarse a discreción, es decir, según la voluntad literaria de la persona que escribe.


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Pero, antes de nada, habría que repasar algunos conceptos básicos.

Los signos de puntuación

Son aquellos signos ortográficos que en un texto escrito delimitan las frases y párrafos, establecen la jerarquía sintáctica de las proposiciones para conseguir estructurar el texto, ordenan las ideas y las jerarquizan en principales y secundarias.

Los principales signos de puntuación son los siguientes: coma, punto, punto y coma, dos puntos, puntos suspensivos, signo de interrogación, signo de admiración, raya o guion largo, paréntesis, corchete y comillas.

La coma

Es un signo gráfico que representa una breve pausa en el discurso. Tipográficamente, se sitúa sin dejar ningún espacio después de la palabra que la precede y dejando uno antes de lo que la sigue. En algunos casos sirve para facilitar la lectura y en otros para marcar diferencias semánticas.

Los usos principales de la coma son los siguientes:

1. Separa palabras, expresiones y frases de una misma enumeración.

2. Separa los incisos que se realizan en una oración.

3. Separa los vocativos.

4. En las oraciones con los verbos elididos se suele usar la coma para marcar esta elisión.

5. En ocasiones, separa un complemento de la oración que se ha desplazado de su posición según el orden lógico (sujeto, verbo y complementos verbales).

6. Separa las frases relativas explicativas.

7. Se utiliza ante conjunciones adversativas.

8. En una fecha, separa el lugar de la fecha.

9. En una dirección, separa el nombre de la calle del número del edificio y ese mismo número de la forma que designa el piso.

10. Para evitar confusiones, a veces es necesario poner una coma.

No voy a extenderme al comentar los diferentes usos porque esta publicación está centrada en el décimo apartado, el uso de la coma para evitar confusiones. En algunos casos, como el que se expondrá a continuación, la omisión de la coma provoca que el significado sea totalmente opuesto.


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La importancia de la coma

Hace unos días recibí un mensaje por WhatsApp que fue el detonante que generó esta publicación. ¿El hecho de que se tratara de un mensaje recibido por WhatsApp justificaría que no llevara ningún coma? Supongo que este asunto provocaría opiniones diversas. Intentaré demostrar que con el uso de una o más comas la información contenida en el mensaje se habría transmitido con mayor claridad.

El mensaje en cuestión era el siguiente: “No todavía no los reclamo”.

Como puede observarse, se trata de un mensaje formado por cinco palabras, la primera y la tercera iguales, que no contiene ninguna coma.

¿Qué interpreté cuando lo leí? La ventaja que tenía era que este mensaje era la respuesta a una pregunta que yo mismo había formulado previamente, es decir, que ya conocía el contexto del mensaje y el posible sentido de la respuesta. Pero ¿y si no hubiera sabido de qué iba la conversación? Leída de forma repentina, sin ningún tipo de información previa, ¿cuál entendéis vosotros que es el mensaje que comunica? Para hacer el experimento más real, valdría la pena que escribierais o tuvierais bien presente la primera significación que os ha pasado por la mente, es decir, lo primero que habéis pensado que quería decir la frase.

Si no hubiera sabido de qué iba la conversación, no sé qué habría pensado. No puedo saberlo a ciencia cierta porque ya conocía algunos detalles que dificultan una primera percepción totalmente sin contexto. Pero hice el esfuerzo de intentar averiguar lo que hubiera pensado si no hubiera sabido nada antes.

En un primer momento, me pasaron por la mente varias cuestiones:

  1. Existe un capítulo de la serie de dibujos animados “The Simpsons” (no es la primera vez que menciono esta serie), en el que el Homer Simpson debe pasar la prueba del polígrafo (también llamada máquina de la verdad). La persona experta le hace una pregunta, miente, le pregunta si está seguro, vuelve a mentir, y así sucesivamente, hasta que la máquina explota, incapaz de soportar durante más tiempo unas mentiras tan flagrantes.
  2. La serie estadounidense «The big bang theory». El protagonista principal, Sheldom Cooper, no sabe (al menos le cuesta mucho) interpretar el sarcasmo en una frase. Y en un capítulo está a punto de explotarle la cabeza (en sentido figurado, por supuesto) porque no entendía el significado implícito.

Pues bien, si no hubiera sabido el sentido de la frase que recibí por WhastApp, quizás me hubiera sentido un poco como la máquina de la verdad o como Sheldon. No habría sido capaz de descifrar el mensaje.

A continuación, intentaré analizar de forma más detallada la frase “No todavía no los reclamo”.

En un sentido estricto, esta frase, tal y como está escrita, no posee ningún tipo de significación, es decir, no significa nada. Sin embargo, con unos pequeños retoques, enseguida toma significación. Lo único que se necesita es añadir alguna coma. ¿Cuántas? El número dependerá del significado que pretendamos darle a la frase. Al menos, existen dos opciones de significación. Eso sí, ambas piden, de forma forzosa, el uso de alguna coma.

Antes de entrar en el análisis, para ayudar a poner un poco de luz en la oscuridad, comentaré que mi pregunta, a la que esta frase intentaba responder, hacía referencia a si la otra persona ya había recibido unos documentos. La respuesta, en principio, debía ser dicotómica, es decir, solo aceptaba un “sí” o un “no”. En caso de respuesta negativa, existían dos opciones, que aquella persona reclamara los documentos o que no los reclamara.

Empecemos el análisis. La primera palabra ya nos saca de dudas, dado que podemos observar que se trata de una respuesta negativa, es decir, que esa persona no ha recibido los documentos que esperaba. Entonces, debemos saber si la persona los reclama o no. Pero, tal y como está escrita la frase, no queda nada claro. Algunas personas podrían pensar que los reclama, otras que no. Existen dos opciones posibles:

  1. Si lo que quería expresarse era que no se tenía la intención de reclamar los documentos, la frase requería una sola coma y debería haber sido escrita de la siguiente manera: “No, todavía no los reclamo”. De esta manera, queda claro que la persona todavía no quiere reclamarlos.
  2. Si lo que quería expresarse era que sí se tenía la intención de reclamar los documentos, la frase exigía dos comas y debería haber sido escrita de la siguiente manera: “No, todavía no, los reclamo”. De esta forma queda claro que la persona sí quiere reclamarlos.

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Reflexión personal

Espero que el ejemplo expuesto haya ayudado a hacer comprender que una o dos comas pueden hacer para variar bastante el significado de una frase. Lo que debería quedar claro es que sin coma no podíamos entender el mensaje, tan solo podíamos intuirlo o podíamos intentar adivinarlo.

A partir de ahora, quizás pongáis un poco más de atención a las comas. Si es así, habrá merecido la pena realizar esta publicación y podré sentir que he ayudado un poco a las comas a tener el papel que, según establecen las normas, deben tener.


«Las bibliotecas están llenas de ideas, algo quizás más peligroso y poderoso que todas las armas«.

Sarah J. Maas (nacida en 1986). Escritora estadounidense.


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