Por qué escribo (4ª parte)

Hacía mucho tiempo, seguro que demasiado, que no escribía una publicación en esta Categoría. Cuando comprobé el tiempo exacto, descubrí que la tercera parte había sido publicada por Sant Jorge del año 2022, es decir, que hacía más de un año. Así que aproveché un momento de inspiración para escribir esta publicación; que precisamente trata de esto, de la inspiración.


La presente publicación es la cuarta parte de la Categoría denominada «Por qué escribo«. Por eso, no puedo dejar de recomendarte que leas también las partes precedentes, es decir: «Por qué escribo (1ª parte)», «Por qué escribo (2ª parte)” y «Por qué escribo (3ª parte)».


Aunque a menudo se menciona, ¿esto significa que tenemos claro qué es la inspiración? Si buscamos en algún diccionario (en papel o por internet), la primera acepción de la palabra suele ser la siguiente: «Proceso por el que se introduce aire desde un medio exterior a los pulmones». Pero no me refería a esto. La segunda acepción sí es la que estaba buscando, es decir: «Estado del artista que le proporciona el estímulo para la creación o composición de obras de arte». Pero todavía me ha parecido más adecuada la siguiente definición: Estímulo o lucidez repentina que siente una persona y que favorece la creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas que permiten emprender un proyecto, etc., especialmente la que siente el artista y que impulsa la creación de obras de arte.

La segunda definición de la segunda acepción me ha parecido suficientemente completa para dedicarle un breve análisis, que realizaré en fragmentos:

1. Se define como un estímulo, entendido como cualquier factor que puede desencadenar un cambio. Traducido a palabras mundanas, vendría a ser como una sensación… La verdad es que cuesta un poco contarlo con palabras.

2. Se menciona la lucidez, que en sentido figurado sería comprender las cosas con una claridad extraordinaria.

3. Se dice que es repentina, es decir, que aparece en cualquier momento, sobre todo cuando menos te la esperas. A este aspecto me referiré más tarde.

4. Que siente una persona. Si se pudiera, habría que cuestionar a los animales para saber si también les aparece la inspiración, aunque sea de vez en cuando.

5. Favorece la creatividad. De esto no me cabe duda.

6. También favorece la búsqueda de soluciones a un problema. ¿A quién no le ha venido, de repente, en alguna ocasión, la solución a un problema que no sabía cómo resolver?

Pero existen otros aspectos relacionados con la inspiración que no contienen estas definiciones. Cuando se refieren a que la inspiración aparece de forma repentina, no se comenta cuando, exactamente, pero se trata de una cuestión significativa, al menos, en mi opinión. Y me parece que es un aspecto que debería comentarse. Ya hace demasiado tiempo que algunos lo estamos callando. Pero, al fin, ha llegado el momento de poner luz a la oscuridad y sacar a la luz, valga la redundancia, uno de los mayores problemas de la inspiración. Porque esta no suele aparecer, yo diría que no lo hace nunca, cuando estás un poco aburrido, tal vez no sabes qué hacer, o quizás estás haciendo tiempo porque tienes una cita, o porque tienes que esperar a que algún hijo o hija acabe el partido de baloncesto… Todo el mundo tiene algún momento en el que se ve forzado a esperar, sin poder iniciar actividad alguna. Aquel sería un buen momento, quizás el momento propicio, para que la inspiración hiciera acto de presencia: Pero no, ya te digo yo que no te sucederá nunca. En esas circunstancias no. La inspiración se mantendrá escondida, en la oscuridad, y terminarás el día cansado, agotado, después de haber ido arriba y abajo, llevando a cabo diversas tareas, la gran mayoría por obligación y sin ningún tipo de disfrute por tu parte. Entonces, te acostarás… Cerrarás los ojos… Pensarás: “Hoy sí que estoy cansado/a. Seguro que me dormiré enseguida”. Transcurrirán unos pocos minutos… El sueño te estará atrapando… Te dejarás atrapar, con mucho gusto, por él… Y entonces… ¡Boom! De repente, de las profundidades de tu mente, como una luminaria cegadora, que todo lo ilumina con un haz de miles de vatios de potencia… Surgirá un pensamiento, producido por la inspiración, que amenazará con develarte.

Ese es el clímax, el momento que requiere una decisión. En un primer instante, te pasa por la cabeza intentar no hacerle caso; pero enseguida te das cuenta de que se trata poco más que de una misión imposible. Aunque te lo propongas, no puedes darle la espalda del todo, porque la idea que te ha venido a la cabeza es muy buena; y eres consciente de ello. Te debates entre dormir bien o hacer caso de esa idea. No sabes qué hacer. Por último, le haces caso y la escuchas (en sentido figurado, claro). ¿Y después? ¿Qué haces después?

Una vez escuchada la idea o pensamiento repentino, debes elegir qué hacer en ese momento. Y solo existen dos opciones válidas, ni una más. Pero, además, hay que tener en cuenta que las dos tienen inconvenientes.

La primera opción consiste en intentar dormir. Se trataría, tal vez, de la mejor opción para la salud, en general. Pero casi siempre que la eliges es porque tienes el convencimiento de que al día siguiente, cuando te despiertes, recordarás la idea, sin ningún problema. Se trata de un grave error, porque existe una probabilidad muy elevada de que al día siguiente no la recuerdes. Y entonces te arrepentirás de haber preferido dormir.

La segunda opción consiste en levantarte de la cama, encender la luz y apuntar la idea. Pero esta alternativa no carece de inconveniente, porque será muy probable que te desveles y te cueste dormirte. Y al día siguiente por la mañana sufrirás la misma sensación que si hubieras elegido la primera opción, es decir, te arrepentirás, en esta ocasión de haberte levantado a apuntar esa idea. Que quizás era una idea genial, pero que hará que estés todo el día somnoliento.

En algunas ocasiones, me he preguntado por qué sucede así. ¿Por qué tienes las mejores ideas cuando quieres dormir, cuando estás más cansado? No tengo la respuesta. Quizá se deba a que en ese momento estás relajado. Podría ser. Pero no lo sé con certeza. Si alguien sabe por qué ocurre este fenómeno, le agradecería que lo comentara a continuación. Y si alguien quiere contar su experiencia, coincidente o no con la mía, también puede hacerlo.

Continuará…


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Los libros llevan a algunas personas a la sabiduría y a otras a la locura”.

Francesco Petrarca (1304-1374), poeta, filósofo y filólogo italiano.

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