Dar las gracias

El hecho de dar las gracias puede ser tan solo una expresión pronunciada de manera automática (casi sin pensar) o puede ser algo más.

La intención de esta publicación es exponer una serie de ideas, para fomentar la reflexión sobre esta cuestión.

Hace algunos días, leí en Twitter un hilo que tenía como eje vertebrador el tema de la gratitud. Lo había iniciado una persona que se dedica a confeccionar recursos pedagógicos. Comentaba que recibía muchas peticiones de personas que deseaban tener aquellos recursos para ponerlos en práctica en el aula. Algunas personas los solicitaban de manera respetuosa, educada; pero existía un segmento (no sé qué porcentaje) que cuando los pedían casi le exigían.

La persona que generaba aquellas herramientas se quejaba de que, a veces, después de enviar el recurso o recursos solicitados no recibía ninguna comunicación más, es decir, que ni siquiera le daban las gracias, no mostraban ningún tipo de agradecimiento. Y esto que los enviaba de manera gratuita.

Esta queja me hizo reflexionar sobre la situación actual de los agradecimientos, es decir, sobre el hecho de dar las gracias. Pero, antes de continuar, sería bueno tener presente el significado exacto de esta expresión.

Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), dar las gracias (a alguien) significa manifestar el agradecimiento por el beneficio recibido.

En el caso expuesto, serían los recursos pedagógicos. Pero el quid de la cuestión, lo que más dudas ocasionaba a quien creaba y remitía a los recursos, era saber por qué algunas personas no se lo agradecían. Seguro que no existe una sola causa, sino que se trata de un conjunto de razones.

En primer lugar, siendo benévolos, se podría pensar que, una vez obtenido el recurso, aquellas personas se han olvidado de agradecérselo. Sencillamente, se han despistado. Tal vez, se han quedado mirando las musarañas (aprovecho para recomendar la lectura de la publicación que trataba esta cuestión: «Mirar las musarañas»). Porque cuando navegas por internet, a menudo comienzas buscando alguna cosa determinada que te interesa, de allí vas a otra página, después saltas a otra cuestión… Y así de manera sucesiva hasta que, al cabo de un rato, acabas en una página que trata un tema que poca o nula relación tiene con lo que buscabas en un principio. Y entonces te preguntas cómo has llegado hasta allí. Esta posibilidad explicaría y justificaría la falta de agradecimiento en respuesta al envío de los recursos.

En segundo lugar, existe la opción que no se lo hayan agradecido por una razón psicológica que, en mayor o menor medida, afecta a los seres humanos; la hipótesis que afirma que no se acostumbra a valorar aquello que se ha obtenido de manera gratuita. Esta opción también explicaría, pero no sé si justificaría, la carencia de agradecimiento.

En tercer lugar, se podría pensar que no se trata de un desprecio hacia la tarea del creador de los recursos, ni de un despiste, sino que las redes sociales, al tratarse de conversaciones o intercambios cortos y rápidos, tienden a obviar el agradecimiento u otras cuestiones que, quizás, ya se considerarían implícitas. Esto vendría a decir que el hecho de no mostrar de manera explícita el agradecimiento no tiene que significar, obligatoriamente, que aquellas personas no le estén agradecidas.

En cuarto lugar, quizás aquellas personas forman parte de un grupo que tiene como una de las reglas fundamentales de comportamiento el hecho de tener prohibido expresar agradecimiento.

Podrían existir otras opciones, pero la mayoría resultarían menos agradables o simpáticas que las mencionadas hasta el momento.

Otra cuestión, relacionada con la anterior aunque totalmente diferenciada, sería si es lógico que aquella persona estuviera esperando las muestras de agradecimiento.

No hay duda que recibir gratitud por algo que hemos hecho siempre resulta agradable, nos hace sentir bien y, incluso, nos puede estimular a continuar adelante. Pero seguro que hay quién nos aconsejaría que no tenemos que contar necesariamente con aquel agradecimiento. Sobre todo, no tenemos que depender de él. ¿Por qué? Pues porque si siempre estamos pendiente de las muestras de gratitud de otras personas, estaremos en alto grado expuestos a la frustración, cuando estas muestras no hagan acto de presencia. Respecto a esta cuestión, el conocido Dale Carnegie (escritor, psicólogo, orador…) expresó: “Esperar gratitud de la gente es desconocer la naturaleza humana”. Según parece, como mínimo en este asunto, no tenía en muy buena consideración a los seres humanos.

Así pues, ¿no tenemos que hacer favores a nadie? Tampoco habría que llegar a este extremo. Quizás lo mejor sería, cuando hagamos un favor, no acostumbrarnos a esperar una muestra de agradecimiento. Otra cosa, muy diferente, es que sea fácil de hacer o de pensar.

A mucha gente le debe haber sucedido que en alguna ocasión ha hecho un favor y no ha recibido la gratitud que había previsto recibir. ¿Significa esto que aquella persona era una desagradecida? Quizás sí, dado que este tipo de personas también existen; pero no forzosamente tiene que ser así. Tal vez, aquella persona no nos lo agradeció en aquel mismo momento, pero un tiempo más tarde nos hizo un favor o nos ayudó en alguna otra cuestión. Y esta ayuda, de alguna manera, vendría a compensar nuestro anterior favor.

Hay quién pensará que si aquello lo hacemos con convicción, no es necesario esperar la gratitud. Si llega, nos hará ilusión, está claro; pero si no llega, tampoco nos tenemos que frustrar, sino que nos tiene que reconfortar la sensación de haber hecho lo que queríamos hacer y nos parecía que había que hacer. Lo primero es estar bien con un mismo.

Sin embargo, no está de más mostrar agradecimiento. Por lo que tengo entendido, no hace daño a nadie ni cuesta mucho esfuerzo.

Para finalizar, habría que pensar si en la actualidad se da las gracias de igual manera que hace unos años o si, por el contrario, ya no se acostumbran a hacer tantas muestras de agradecimiento. ¿Podría tener esto algo que ver con la situación comentada de Twitter? Supongo que habrá opiniones para todos los gustos.


Esta publicación tiene una continuación (o respuesta) en “De nada”. Recomiendo leerla.


En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle sentido a la existencia”.

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Novelista, poeta y dramaturgo español.


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