Por qué escribo (2ª parte)

La presente publicación, una especie de introspección literaria en estado puro, es la continuación de la entrada que llevaba por título “Por qué escribo (1ª parte)”.

Aunque, por sí sola, esta entrada tiene plena integridad, me parece adecuado sugerir que antes o después (a poder ser antes) se proceda a leer la primera parte (tanto si no se ha hecho con anterioridad, como si se realizó hace algún tiempo).

Continuando lo que comentaba en la primera parte, cuando hace algunos años una persona me preguntó por qué escribía, no supe muy bien qué responder. Pero sí que me sirvió para cuestionármelo.

En una ocasión, leí un artículo que explicaba la importancia de cuestionarse a uno mismo. Más bien, se refería a asuntos concretos, de cierta magnitud y a llevar a cabo esta acción de manera más o menos esporádica. Como casi todo en esta vida, se trata de una actitud que, en mi opinión, habría que tomarse con medida, es decir, que tanto si se hace poco como si se hace demasiado, puede resultar perjudicial. Donde radica el quid de la cuestión es, precisamente, en saber encontrar aquel punto justo denominado “cierta medida”. Desgraciadamente, resulta ser una misión complicada.

¿Y por qué es importante que cada persona se cuestione a sí misma? Pues porque esta acción puede fomentar que se descubran aspectos que ni la misma persona conocía; cuando menos, no de una manera plenamente consciente. Entonces, se mostrarían ante ella tal como son en realidad, sin barreras, sin distorsiones u ocultaciones.

Por eso, de vez en cuando, puede resultar necesario realizarse preguntas que, incluso, pueden resultar incómodos. Seguro que valdrá la pena, sobre todo a largo plazo.

Tal como expresaba en la primera parte, aunque en un primer momento aquella pregunta me sorprendió, más tarde me di cuenta de que aquella persona, sin ser su objetivo, en el fondo me ayudó. Lo hizo porque me “obligó” a pensar en algunas cuestiones y a plantearme otras.

Al finalizar aquellos pensamientos, llegué a una conclusión. Había llegado un momento en mi vida en que ya no escribía porque me gustaba; ya no. Desde hace un tiempo, no sabría especificar cuánto, escribo porque lo necesito. A pesar de parecer una afirmación exagerada, no lo es tanto. No se trata de una necesidad fisiológica, como comer, beber o dormir, está claro; se tiene que interpretar como una necesidad más etérea, incluso metafísica, aunque sí ferviente. Hoy en día, escribo porque… No resulta sencillo explicarlo con palabras. Se trata, más bien, de un sentimiento, de una forma de vivir, de existir.

Mientras leo un escrito, por ejemplo, a veces pienso: “Esta coma yo no lo habría puesto en esta localización” (sino antes o después, según las circunstancias).

Cuando miro una película y se empieza a intuir el camino que seguirá el argumento, a veces pienso: “Yo no lo habría hecho de este modo”.

Alguna vez leo la sinopsis de una película y pienso “Parece que puede estar bien”. Al principio, el argumento parece ir por ciertos caminos, hasta que, a partir de un momento determinado, el guion da un giro que no me acaba de convencer. Entonces, me doy cuenta de que la idea principal, la de la sinopsis, no la ha dirigido (la persona que ha realizado el guion) hacia la dirección adonde yo la habría encaminado.

Todo esto es normal, dado que cada persona puede pensar un desarrollo diferente; del mismo modo que para ir de un punto A hasta un punto B diversas personas pueden elegir caminos diferentes.

Un ejemplo que recuerdo mucho, me sucedió con la película “Session 9”. La había visto anunciada unas cuántas veces y con lo poco que mostraba la publicidad me había hecho una composición de cómo podía ser la película. Y es que, en mi opinión, lo tenía casi todo para ser una buena película. La localización (el escenario donde se sitúa la acción) me parecía perfecta para el tipo de película que es, el reparto también parecía bueno…

Cuando finalmente la vi… Quizás resultaría un poco excesivo decir que me defraudó. Lo que sí que puedo afirmar es que “yo no la habría hecho así”.

Siempre desde mi punto de vista (otra persona podrá tener una opinión diferente), el buen inicio se fue difuminando a marchas forzadas cuando las personas responsables del guion tuvieron la brillante idea de… Pero lo mejor será que cada cual (si quiere, está claro) visualice la película y saque las conclusiones pertinentes. Habrá a quien le guste y a quien no.

Mirando críticas sobre esta película en internet, he encontrado más de una que pone el énfasis, precisamente, en el hecho que el escenario y el reparto eran suficientemente buenos; lástima que el guion podía haber sido mejor.

Bien, lo que es una realidad es que esta publicación está llegando al fin. No obstante, dado que todavía me han quedado algunas cuestiones en el tintero, puedo afirmar que la sección llamada “Por qué escribo” tendrá, como mínimo, una tercera parte.

Continua en Por qué escribo (3ª parte)”.

 

 

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Leer buenos libros es como conversar con las mejores mentes del pasado«.

René Descartes (1596-1650). Filósofo, matemático y físico francés.

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