Deporte y Salud

Esta publicación podría considerarse como la continuación de la del mes pasado, titulada Alimentación, Literatura y Salud, que recomiendo leer.

El deporte, en general, sería el tercer apoyo fundamental de la salud, junto con la alimentación y la literatura. Nunca está de más citar la expresión clásica “mens sana in corpore sano”, que podría traducirse como “una mente sana (se encuentra) en un cuerpo sano”. Pues bien, la parte del cuerpo sano, además de una alimentación equilibrada, requeriría también la práctica de deporte.

Cuando se nos pasa por la mente comenzar a hacer deporte, seguro que también se nos ocurren unas cuantas “excusas”. El trabajo y los hijos suelen ser las más comunes. Algunas serán reales, otras no tanto. En primer lugar, sería necesario distinguir el grano de la paja, es decir, rechazar las que son meras elucubraciones. En segundo lugar, deberíamos analizar, con calma, las que tienen cierta base real.

De las que forman parte del segundo grupo, algunas serán fáciles de refutar, pero nos quedarán algunas que, sobre todo al principio, nos parecerán difíciles de rebatir y que cada persona necesitará un proceso más o menos pesado para estudiarlas.


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Una vez hayamos sido capaces de dejar de lado los pretextos y estemos plenamente convencidos de adentrarnos en el beneficioso mundo de la práctica deportiva, nos quedarán todavía algunos flecos por ajustar. Uno de ellos será qué nivel deportivo nos interesa. Lo normal será adoptar un modelo de deporte de recreo, es decir, no con la intención de convertirnos en profesionales, y menos de un día para otro. Pero esa cuestión es muy personal. No son extraños los casos en los que una práctica deportiva en modo aficionado con el paso del tiempo se ha ido transformando en profesional, o casi.

Se podría pensar que para ser profesional es necesario ser una persona joven, con mucho tiempo para ir progresando y mejorando las marcas. Pues no tiene por qué ser así. Si una persona se fija como objetivo alcanzar la profesionalidad en el deporte que más le gusta o que mejor se le da… pues adelante. No es necesario cerrarnos ninguna puerta desde el principio. Existen casos de personas que, por ejemplo, han empezado a correr pasados los cuarenta años y al cabo de un tiempo han sido campeones de maratón, en categoría senior. Sin embargo, lo más habitual será que nos lo tomemos como una afición y como una manera de mantener la forma física y, por tanto, gozar de buena salud.

Otro asunto, quizá el más importante que deberemos dilucidar, será elegir qué deporte realizaremos. Este será el último obstáculo a superar. Uno de los deportes más completos es, sin duda, la natación, dado que obliga a mover casi todo el cuerpo y se realiza dentro de un medio, el agua, que por sus características nos hace sentir más ágiles, menos pesados. Tal vez sea el primer deporte que recomiendan las personas expertas.

Pese a ser un deporte tan bien considerado, no es el preferido por todos. Si sois de aquellas personas a las que el agua no les acaba de agradar, solo para beberla, y preferís manteneros a cierta distancia de ella, como suelen hacer los gatos, no sufráis, existen varias alternativas. Al parecer, una de las razones que explicaría el comportamiento de estos felinos podría deberse a que sus ancestros vivían en el desierto y no tenían mucha relación con el agua.

La alternativa principal a nadar sería correr, porque se trata de un deporte también muy completo y que casi todo el mundo, más o menos, sabe realizar, es decir, que, en principio, no requiere un aprendizaje previo. Pero esta cuestión no significa que podamos arrancar a correr de repente. Bien, poder, podríamos hacerlo. Sería más correcto decir que no es recomendable, porque precisamente su sencillez puede convertirse pronto en su mayor inconveniente. Muchas personas, quizás a cierta edad, cuando los hijos ya son mayores y les pica el gusanillo del deporte, empiezan a correr sin pensar en varias cuestiones fundamentales, algunas de las cuales se comentan a continuación:

1. La forma física. Después de haber estado cuarenta años sin hacer demasiado ejercicio, no resulta aconsejable querer correr enseguida el Maratón de Barcelona, aunque sea al nivel del mar; aunque sería peor el Maratón de Ciudad de México. Empezar a correr necesita un proceso en el que de forma gradual se vaya cogiendo la forma física. En internet se pueden encontrar entrenamientos para iniciarse.

2. El terreno. Para entrenar, no es lo mismo hacerlo sobre un buen pavimento que hacerlo en un terreno de grava, irregular, con baches… Nuestro cuerpo lo notará.

3. El material. La ropa, por ejemplo, debe ser cómoda. Pero el componente más importante es el calzado. Se aconseja que sea específico y adecuado para cada persona. Como suele decir un fisioterapeuta que conozco, la cuestión más importante del calzado es, sin duda, que cuando te lo pruebes te quede como un guante; si no es así, aunque sea de muy buena calidad, no os lo compréis, porque los pies no estarán perfectamente sujetos y esto podría causar lesiones.

4. El recorrido. Esta es una cuestión más psicológica que física. Es recomendable que el recorrido o el circuito tenga forma circular. Puede parecer una nimiedad, pero no lo es. La alternativa es un circuito de ida y vuelta. Y está demostrado que puede llegar a cansar más psicológicamente, dado que pasas dos veces por el mismo lugar, una a la ida y otra a la vuelta. Hay quien sostiene que es mejor ir variando el recorrido, precisamente para no cansarse de hacer siempre el mismo. Pero en este caso existe una posible solución, se trata de recorrer siempre el mismo camino, pero cronometrando lo que tardamos y, poco a poco, ir fijándonos objetivos cada vez de mayor dificultad, tanto parciales como totales. De esta forma, el posible inconveniente se puede transformar en una ventaja y nos permitirá notar mejor nuestro progreso.

Pero correr supone algunos inconvenientes que, quizá por desconocimiento, a menudo no se tienen en cuenta. Uno significativo sería el hecho de que supone una multitud de impactos que pueden perjudicar algunas partes del cuerpo, sobre todo la pelvis. De esta cuestión muchas personas no se dan cuenta si no tienen ningún problema físico, pero si lo tienen, resulta importante.

Por eso, en vez de correr, podemos caminar. Sería una opción con mucho menor impacto para el cuerpo y también muy sana. Habrá quien pueda pensar que caminar no consume calorías, o que no ayuda a mantenerse en forma. Todo depende del ritmo. Como me dijo en una ocasión el mismo fisioterapeuta que he citado antes, la caminata no debe ser como si fueras a comprar, deteniéndote en todos los escaparates, sino a cierto ritmo. Se puede empezar a un ritmo suave y, con el tiempo, ir incrementándolo. Puede ayudar el hecho de recorrer siempre el mismo circuito. Las diversas cuestiones comentadas para correr (forma física, material…) también serían aplicables a la acción de caminar.

También existe otra alternativa, que podríamos considerar a medio camino entre correr y andar: la marcha nórdica. Se trata de un deporte que consiste en andar con dos bastones, nació en Finlandia, como una forma de entrenamiento para los esquiadores de fondo en verano, y es una manera de andar donde se incluye no solo la acción de las piernas, sino también la parte superior del cuerpo. Estaría a medio camino entre correr y andar porque se ejercitan más músculos que solo caminando y tiene la ventaja del menor impacto que correr; un hecho importante a tomar en consideración.

Conclusión

Existen otros deportes, pero lo importante es practicar alguno, sea cual sea. Eso sí, siempre deben tenerse en cuenta los condicionantes físicos de cada persona.


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El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo”.

Gustavo Adolfo Bécquer(1836-1870). Poeta español.


¿Practicas algún deporte? ¿Cuándo empezaste? ¿Por qué lo practicas? ¿Qué ventajas le encuentras?

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