A través de las experiencias que tuvo que vivir en su propia carne, el autor nos invita a plantearnos una de las cuestiones que más ha hecho pensar a la humanidad: el sentido de la vida.
Hace algún tiempo, una buena amiga (Sandra) me recomendó este libro. Aunque he tardado un poco, finalmente lo he leído y me ha parecido conveniente dedicarle esta publicación.
Ante todo, sería bueno comentar que, aunque en esta obra se haga referencia a la palabra “hombre” en sentido global, actualmente sería más correcto, utilizando el lenguaje inclusivo, utilizar la palabra “persona”, por ejemplo. Pero no se ha cambiado para mostrar la obra tal y como fue escrita en su momento.
El autor
Viktor Emil Frankl, segundo de tres hermanos, nació en Viena (Austria) el 26 de marzo de 1905, en el seno de una familia judía practicante.
Cuando tenía cuatro años, una noche despertó sobresaltado pensando en que, como todo el mundo, algún día debía morir. Fue cuando empezó a preguntarse qué sentido tenía la vida.
En aquella época, el Psicoanálisis de Sigmund Freud empezaba a ser popular, lo que influyó en su interés por la Psicología y la salud mental.
(Aprovecho la ocasión para recomendar la lectura de la publicación titulada “Psicopatología de la vida cotidiana”, sobre esta obra de Sigmund Freud.)
Viktor Frankl también se interesó por la Filosofía y siendo todavía menor de edad dio algunas charlas en las que compartía sus reflexiones.
Estudió Medicina en la Universidad de Viena y se especializó en Neurología y Psiquiatría.
Mientras estudiaba, empezó a cartearse con Sigmund Freud, quien incluso llegó a publicar en la Revista Internacional de Psicoanálisis un artículo enviado por el joven estudiante. Más tarde, Frankl se fue distanciando de las teorías de Freud, que consideraba demasiado reduccionistas y al graduarse se unió al grupo de Alfred Adler, fundador de la segunda escuela vienesa de psicoterapia: la Psicología individual (la primera escuela era la psicoanalítica). Según Adler, el ser humano está motivado por una búsqueda de poder que se mueve por cierto complejo de inferioridad. Pero Frankl no estaba de acuerdo con que aquella fuera la motivación principal del ser humano; así que fundó la tercera escuela vienesa de psicoterapia: La Logoterapia y el Análisis Existencial.
En 1927 entró en contacto con el pensamiento de Max Scheler, filósofo fundamental para comprender el Análisis Existencial y la Logoterapia frankliana y que Frankl reconocería como su gran maestro.
Entre 1933 y 1937 trabajó en el Hospital General de Viena. De 1937 a 1940 practicó la psiquiatría de forma privada. De 1940 a 1942 dirigió el departamento de Neurología del Hospital Rothschild, el único hospital de Viena donde se admitían judíos.
La vida en los campos de concentración
Viktor Frankl pensaba que en la existencia el dolor era una cuestión inevitable, que formaba parte de la naturaleza humana y que suponía una oportunidad de desarrollo, de aprendizaje y de sentido.
Esta visión de la vida fue puesta a prueba cuando, en 1942, fue internado en un campo de concentración nazi. En tres años, pasó por cuatro campos de concentración, incluido el de Auschwitz.
(Encontraréis más información sobre la subida de Hitler al poder, las causas y las consecuencias, en la publicación “El diario de Ana Frank”).
En aquellos momentos, la influencia del pensamiento de Max Scheler, que se fundamenta en el poder de oposición espiritual por el que una persona puede hacer frente a una realidad terrible, le ayudó a soportar las barbaries del campo de exterminio; donde perdió casi toda su familia (madre, padre, hermano, cuñado y esposa); solo sobrevivió la hermana, que logró huir antes del internamiento. «Me encontraba solo con mi existencia literalmente desnuda», dijo posteriormente.
Aunque observó como muchas personas a su alrededor se quitaban la vida, él se prometió que aprendería algo de aquello tan terrible para, posteriormente, utilizarlo por el bien de la humanidad.
Frankl denominó al período de internamiento como su experimentum crucis (un experimento crucial, capaz de determinar de forma contundente si una hipótesis es superior al resto de teorías aceptadas por la comunidad científica).
¿Casualidad o destino?
Al finalizar la guerra, la furgoneta de rescate suizo que debía salvarlos cerró sus puertas justo cuando le tocaba subir a él. Tuvo que esperar varias horas, que le parecieron muchas más, hasta que llegó la siguiente. Fue entonces cuando se percató de que la anterior furgoneta en realidad era un engaño para llevar más judíos a la muerte.
Después del internamiento
Cuando estuvo algo recuperado, escribió la publicación “Un psicólogo en un campo de concentración”, a partir de la cual se creó el libro “El hombre en busca de sentido”; obra traducida a decenas de idiomas en la que relata todo lo que vivió y guía a las personas que buscan el sentido de la vida a intentar encontrarlo a través de la Logoterapia.
En 1947 se casó con Eleonore Schwindt, de quien llegó a decir que le convirtió “de un hombre que sufría a un hombre que amaba”, y con quien compartió el resto de su vida.
Fue director del Hospital Policlínico de Viena durante veinticinco años.
Escribió más de una veintena de libros.
Orador convincente y apasionado, recorrió los cinco continentes para difundir el mensaje de la Logoterapia y el Análisis Existencial.
Le otorgaron más de veinte títulos honoris causa en distintas universidades de todo el mundo.
El 2 de septiembre de 1997, a los 92 años, murió en Viena.
Su vida podría resumirse, con sus propias palabras: “Encontré el sentido de mi vida en ayudar a los demás a encontrar su sentido”.
La Logoterapia y el Análisis Existencial
Conocida como la tercera escuela vienesa de psicoterapia, se trata de una terapia centrada en el sentido, que ayuda a las personas a amar de nuevo la vida y descubrir su capacidad para superar los momentos difíciles.
Todo el mundo, en alguna ocasión, se ha cuestionado sobre su propósito en la vida o sobre por qué existimos; y la Logoterapia y el Análisis Existencial acompañan a las personas en busca de sus propias respuestas.
Dado que «logos» (de origen griego) significa sentido, propósito, la Logoterapia es la curación a través del sentido. Por eso, plantea que la primera fuerza motivadora del ser humano es la lucha por encontrar un sentido a la propia vida.
El Análisis Existencial representa la teoría y fundamentación antropológica de la Logoterapia, implica la comprensión existencial de lo que es el ser humano, como ser libre.
Los 7 principios clave de la Logoterapia son los siguientes:
- Los seres humanos son libres para cambiar su actitud frente a la vida.
- Las personas se mueven por un ansia de sentido, buscando el significado de su existencia.
- Hay que prestar atención a los pequeños momentos de plenitud.
- Hay que evitar las actitudes negativas que atentan contra el propio yo a pesar del sufrimiento de la vida.
- Es útil distanciarse de sí mismo para ver el significado de acciones y sentimientos.
- Es necesario fomentar el sentimiento de trascendencia.
- Se puede variar el foco de atención en un problema para verlo desde otro ángulo.
La obra “El hombre en busca de sentido”
La Filosofía se centra en intentar dar respuestas a las preguntas esenciales de la vida, entre ellas, como si no, el sentido de la existencia.
Encarcelado, observando y experimentando en primera persona, impotente, las condiciones de vida infrahumanas (hambre, frío, incertidumbre…) en las que debían sobrevivir, al menos intentarlo, Viktor Frankl concibió, en buena parte, “El hombre en busca de sentido”. Se trata, pues, de una obra surgida a partir de una de las peores experiencias que una persona puede sufrir: en el transcurso de una guerra, ser encarcelada en un campo de concentración.
En esta obra explica desde la vida cotidiana en Auschwitz hasta las diversas fases psicológicas por las que pasan las personas encarceladas (desde la llegada en tren hasta la liberación). Lo hace sin explayarse en los horrores como las cámaras de gas, dado que consideraba que eso ya estaba suficientemente explicado.
Según Frankl, las personas que habían sobrevivido no tenían por qué ser las mejores, sino que a menudo eran las que tenían un propósito en la vida, alguna tarea a realizar o alguien que les esperaba fuera.
La obra se divide en dos partes:
1ª parte. Un psicólogo en un campo de concentración
Se subdivide en tres fases:
1ª Fase. Internamiento en el Campo.
2ª Fase. La vida en el Campo.
3ª Fase. Después de la liberación.
2ª parte. Conceptos básicos de Logoterapia.
Frases significativas
Aunque podrían elegirse muchas más, a continuación se exponen algunas frases dignas de mención que aparecen en la obra. Cabe decir que en este apartado he contado con la inestimable colaboración de Sandra.
- Vivir es sufrir; sobrevivir es encontrar sentido al sufrimiento. En esta frase, que aparece al principio de la obra, se encuentra el tema central del Existencialismo.
- Si la vida tiene algún objeto, este no puede ser otro que el de sufrir y morir. Pero nadie puede decirle a nadie en qué consiste este objeto: cada uno debe encontrarlo por sí mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta. Si triunfa al afán, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades.
- Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo. Es una frase de Nietsche, a quien a Viktor Frankl le gustaba citar.
- Si alguien nos preguntara sobre la verdad de la afirmación de Dostoyevski que asegura terminantemente que el hombre es un ser que puede ser utilizado para cualquier cosa, contestaríamos: “Cierto, para cualquier cosa, pero no nos pregunten cómo”.
- El humor es otra de las armas con las que el alma lucha por la supervivencia.
- Con el fin de la incertidumbre venía la incertidumbre del fin.
- El hombre que se dejaba vencer porque no podía ver ninguna meta futura, se ocupaba en pensamientos retrospectivos.
- Mirar el pasado es una forma de contribuir a apaciguar el presente y todos sus horrores, haciéndolo menos real. Pero desnudar el presente de su realidad comporta ciertos riesgos.
- Muchas veces es una situación externa, excepcionalmente difícil, lo que da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.
- A los demás de nosotros, al mediocre y al indiferente, se les podrían aplicar las palabras de Bismarck: “La vida es como visitar al dentista. Se piensa siempre que lo peor está por venir, cuando en realidad ya ha pasado”.
- La emoción que constituye sufrimiento deja de serlo tan pronto como nos formamos una idea clara y precisa de este. (Ética, 5ª parte, «Sobre el poder del espíritu o la libertad humana», frase III).
- Debemos aprender por nosotros mismos y después enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros.
- Debemos dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en su lugar, pensar en nosotros como seres a los que la vida les inquiriese continua e incesantemente.
- Se refirió a muchos compañeros que habían muerto en los últimos días por enfermedad o por suicidio, pero también indicó cuál había sido la verdadera razón de estas muertes: la pérdida de la esperanza.
- ¿Qué es, de hecho, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración.
- El hombre que durante años había creído alcanzar el límite absoluto del sufrimiento se encontraba ahora con que el sufrimiento no tenía límites y que aún podía sufrir más y más intensamente.
- Este énfasis en la capacidad de ser responsable se refleja en el imperativo categórico de la Logoterapia: “Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar”.
- En cuanto al suprasentido, Viktor Frankl afirma: “Este último sentido excede y sobrepasa, necesariamente, la capacidad intelectual del hombre; en Logoterapia utilizamos para este contexto el término suprasentido. Lo que se le pide al hombre no es, como predican muchos filósofos existenciales, que soporte la insensatez de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida. Logos es más profundo que lógica”.
- Nada se puede deshacer y nada se puede volver a hacer. Yo diría que haber sido es la forma más segura de ser.
- El ser humano no es algo más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a otras; pero el hombre, por último, es su propio determinante. Lo que llegue a ser —dentro de los límites de las facultades y de su entorno— debe hacerlo por sí mismo.
Reflexión personal
Algunas personas, cuando deben enfrentarse a una obra de ciertas materias (Filosofía, Psicología…) lo hacen desde la cautela, incluso desde el miedo. Pueden pensar que se tratará de un libro complejo, escrito con un vocabulario demasiado técnico o especializado; que el contenido será muy denso, difícil de digerir; que el tema será tratado de forma enrevesada, con constantes alegorías o paradojas y un uso profuso del lenguaje figurado.
Esta obra, además de carecer de cualquiera de los temidos componentes citados anteriormente, posee algunas meritorias características:
1. Se trata de un libro escrito mediante un lenguaje sencillo.
2. Las distintas partes de la obra están estructuradas en breves capítulos. La brevedad de cada uno estimula la lectura, a seguir leyendo un capítulo más, y otro…
3. Cada capítulo está encabezado por un título, que ayuda a fijar el asunto que será tratado a continuación.
4. Los capítulos van dando visibilidad a diversas cuestiones o situaciones por las que pasaban las personas encarceladas.
5. La extensión de la obra, en torno a las 150 páginas, según la edición, puede hacerla aún más atrayente.
Algunos capítulos de la obra están escritos en primera y otros en tercera persona. Ignoro cuál era el objetivo de hacerlo de esta forma, o si había ningún objetivo. Tal vez, se trata de una suposición personal, ciertas cuestiones que vivió más de cerca o que le golpearon de forma personal son escritas en primera persona; y aquellas que vivieron todas las personas allí encerradas son narradas en tercera persona.
En resumen, se trata de un libro totalmente recomendable.
«No se puede abrir un libro sin aprender algo»
Confucio (551 aC-479 a. C.). Filósofo y pensador chino.
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